No solo por los goles acumulados en tierras europeas, tanto en Palermo, Nápoles y Paris Saint Germain o por lo que supone su influencia en la ofensiva de Uruguay. O por lo que implica en sus 30 años de vida, el hecho de haber sido protagonista en dos Campeonatos Mundiales (Sudáfrica 2010 y Brasil 2014). Es que más allá de cuestiones esencialmente deportivas con su fiereza goleadora siempre, cada vez que retorna al país, EDINSON CAVANI, es la lección misma de quien actúa en función de su cultura, sensibilidad, educación y cortesía.
Pero además SU APEGO A LA GENTE. Cavani no reniega de ella. Viene a Salto y no se oculta. Se expone desde la generosidad humana que simplemente no le falta.
Lo ocurrido el miércoles en la canchita de Peñarol, es solo un testimonio más. Como tantas veces, Edinson Cavani. Él y los niños. Él y los adolescentes. Él y las familias que fueron testigos de su presencia en un campo de juego que la historia también rescata. ¡Vale la pena apelar a nuevos registros desde Ángelo Sagradini!
No queda margen para la duda: Cavani es parte de su propia consecuencia. No es lo que es por obra de lo casual. Desde su propia cimiente humana. Una generosa cimiente humana… siempre.