Finalmente salió el desfile inaugural del carnaval, para el que las entradas estuvieron agotadas ya alrededor de mediodía, según pudimos saber. Muchos celebraron que otra vez el escenario fuera calle Uruguay, y por supuesto tampoco faltaron críticas a determinados aspectos organizativos. Como todo evento grande, satisface a algunos y a otros no tanto.
Una persona comentaba ayer que le llamaba la atención la cantidad de jóvenes, («pero algunos casi niños», decía) que observa ya entrada la mañana de los domingos, durmiendo en las plazas del centro, evidentemente luego de una noche de «beberaje». Es así, y tal vez lo mismo se repita en varios puntos de la ciudad.
Desde que, hace unos días, ocurrió un siniestro carretero por fallas en un ómnibus que ya habían sido advertidas por el chofer, y aparentemente por otros choferes también, ha crecido la sensación de inseguridad en mucha gente que acostumbra a viajar.
Incluso se han publicado videos en redes sociales que muestran ya sea fallas en los vehículos (movimientos o ruidos fuera de lo común) o faltas que cometen sus conductores al transgredir normas de manejo. Una persona entendida en seguridad vial, explicaba que el pasajero tiene que hacer valer su derecho a circular seguro y advertir sobre cualquier situación anormal que perciba, pero que tampoco es bueno generar pánico o hasta cierta paranoia.