
El lector, no es un lector más, porque hasta unos años atrás, supo ser Director Técnico en funciones, «pero la decepción una tras otra han sido demasiadas como para seguir siéndolo».
Es un lector además, analista y crítico del fútbol salteño y en comunicación con EL PUEBLO, acentuó su enfoque con respecto a la crónica de la víspera asociada a Peñarol, cuando la palabra de Ruben Darío Cuello, sintetizó el pensamiento de esa generación de futbolistas campeones.
Ese plantel data del año 1991.
El año del ascenso. Un plantel que al paso de los años tentó de hecho prolongar aquel afecto colectivo, con encuentros que no faltaron en la propia sede de Peñarol, hasta que un presidente optó «por cerrarnos la puerta». Ahora con Marcelo Chapuis en el mando, ‘en Peñarol nos abrieron la puerta que otro quiso cerrar», al decir de Ruben Cuello en nombre de todos quienes se adhieren a su amigo Gustavo Filippini, quien lidera la ejecución del proyecto deportivo que abarca a las tres categorías.
«Si el «Carre» nos necesita para dar la mano que fuere, sabe que cuenta con nosotros», se apunta desde el inolvidable plantel.
CUANDO EL OLVIDO ES PERMANENTE
El hecho es que ese lector, que no es un lector más, acentúa este aspecto y redobla lo que siente, «porque todos tenemos que aprender esto que pasa en Peñarol. No cerrarle la puerta a quienes algo o mucho dejaron por el club, pero a los que además no les falta espíritu de colaboración. Yo me pregunto cuánto vale eso y las fotos de EL PUEBLO no mienten y varios los que son parte de esa movida. En muchos clubes de Salto, el olvido es permanente y para colmo de males las nuevas generaciones tienden a desconocer la historia. No la saben y tampoco se preocupan por cultivarla. Y más que grave, eso es triste»