Alemania 2 – Uruguay 1 / Gargano, gol y figura. Muslera respondió.
Todo empezó muy suelto, casi con aroma de entrenamiento. Ambos salieron mirando al arco rival, desprotegiendo el suyo. Con libertad en la mitad de la cancha, Uruguay arrimó con un Palito contento de jugar en el medio para llegar con permiso al área rival.
Sin obligación de defender, Pereira fue lo más peligroso por izquierda. Forlán bajaba a vestirse de enganche y buscaba mucho a Cavani, que se paraba inquieto por derecha. Alemania, dormida, se prestó al juego de ida y vuelta, atacando por izquierda.
Todo era parejo hasta el error de Lugano: se demoró demasiado en un pase atrás y fue madrugado por Gomez, que después tuvo todo el mérito para ganar en velocidad, armarse el espacio y definir con clase de Nº9 ante Muslera. 1-0 y partido cambiado.
El gol mojó a Alemania, que ajustó tuercas en la mitad de la cancha, logrando una presión mucho más armonizada. Uruguay ya no pudo mantener la pelota, entrando en su peor momento de la noche. El tridente de ataque quedaba demasiado lejos y era Gargano, con poco éxito, el único que intentaba generar posesión en zona de volantes.
Allí apareció Özil, tácticamente más libre que en el Real Madrid, moviéndose por todo el frente de ataque para delicia del local: a partir de su pie, Alemania llegó fácil, hasta que Schürrle, con tiempo para pensar, estiró la ventaja con una preciosa definición.
Con ese dominio el partido amenazaba ser aburrido, pero Uruguay (al igual que ante Irlanda), tuvo el mérito de no darse por vencido. En ese ímpetu fue importante Suárez, que desde el cierre del primer tiempo empezó a desequilibrar a partir del talento individual. El delantero entró en juego y de un intento suyo llegó el descuento.
Rápidamente Tabárez puso a Ramírez para sumar verticalidad. El cambio no rindió en creación, pero logró posicionar agresivamente a Uruguay. Alemania acudió a faltas, Neuer puso sus manos y el empate estuvo cerca con chances de Godín y Forlán. Del otro lado, Muslera también respondía ante los espacios que dejaba Uruguay.
Todo terminó igual, pero con una curiosidad: en el minuto final del partido un intruso se metió a la cancha. ¡Era un hincha uruguayo!, que rompió el ataque que el equipo de Tabárez intentaba armar en la última jugada del partido. Ojalá no vaya contra Holanda…