De Roberto Agulla:
Durante estos últimos dos meses las contratapas de Diario EL PUEBLO, los días sábados, estuvieron dedicadas a las murgas de Salto, especialmente a aquellas ya desaparecidas, o que aún persisten y son verdaderamente legendarias.

Entre el material que fuimos recogiendo semana tras semana, fuimos acumulando letras de repertorios, algunas incluso con muchos años de haber sido creadas. Hemos decidido hoy (con el agradecimiento del caso a Esteban Ramírez, que nos proporcionó el material) compartir con nuestros lectores lo que fue parte del repertorio de Murga “Uno Más Uno” del año 1992, texto escrito por Roberto Agulla. Es el siguiente:
COUPLÉ «CHAPLIN»
Recitado:
Los heraldos negros, Atilas temibles
que surcan los vientos de gris y de miedo
los dioses del llanto; (efectos tangibles)
en el hombre acunan, de espíritus quedos.
Mas cuando aquel vive, piensa y modela
su mente rebosa de firmes ideas
y su pecho late y su alma revela,
y sus manos encienden las eternas teas.
Y el cincel sublime realidad en arte,
y la pluma truca injusticia en denuncia,
y el hombre perdura, y es del mundo parte
que construye tiempos; que soles anuncian.
En la Londres aún victoriana,
que obliga a los niños a trabajos fatales,
Industrias grises, chimeneas inhumanas,
que traen el progreso y animan capitales,
las madres se arraciman por el pan vital,
cubiertos de harapos que ostentan el mal,
y un niño infundado en zapatos de mujer,
temblando, tirita, y pugna por comer.
Por entonces,
ya los Lumiere, el cine había creado
y ya, el francés Mellés, a la luna habla llegado,
consumando en la cinta o por Verne anunciado
consumando en la cinta lo por Verne anunciado.
Recitado:
Ahora, ya es un hombre el niño de nuestra historia
es payaso de circo; moderniza de los bufones la memoria
ya dibuja piruetas, ya geniales muecas, grotescas caídas.
Trabaja para los marginados por la fábrica,
para quienes no llegan al Palacia de Buckingham,
ni ven la guardia real, con su clásica rutina,
ni usan traje clásico ni el elegante paraguas.
Entonces cruza el mar, y llega al gran país del norte,
donde reina Valentino que deforma tangos,
y el pequeño Ben Thurpin, de mirar cruzado,
y la gran Pola Negri, de divas pionera.
Y en ciento de cortos, de argumentos breves,
peregrina hacia su estilo, que finalmente logra,
cuando en un heroico rincón olvidado por los corazones
encuentra una galera, un bastón y zapatones.
Coro:
Pantalones muy anchos completan el atuendo,
unido a un bigotito, que disimula su juventud,
ya todo está listo para su futuro pleno,
y con él, la ternura, el genio, la risa, le dicen salud.
Recitado:
La niña en el tiempo lejana
evoca el bufón, con la murga del canto
y el gurí que juega, desde el alma emana
suavidad de armiño, cual lírico manto.
Estribillo:
Cuéntenos de un universo,
como, a pesar de ser pobres,
los niños juegan y ríen
aunque miseria les sobre.
Por El Pibe los niños acusan:
¿cuánto amor, compasión y tamura
necesitan? o nos dan y regalan
pequeños gigantes de enorme cordura.
(Estribillo)
Por El Pibe resuenan triunfales
doradas campanas en los sonajeros
ni veo mantos de tibios pañales,
sinfónico coro de tenues gorjeos.
(Estribillo)
Los chiquitos del barrio olvidado
con la lluvia y en la mar de un charco,
con el diario robado al abuelo
bravos capitanes que botan su barco.
(Estribillo)
O, a la siesta, su cómplice artera
ahí nomás, en el sitio baldío,
unas piedras, el sol, la gomera
y comienza su caza el guerrero bravío.
(Estribillo)
Con aquel viejo trompo de madera,
que con un tirón justo, gira endemoniado
quien le copa la banca ¡cuidado!
con el baile loco sobre la vereda.
Mas no siempre es alegria la infancia abandonada
recordemos cuán fríos son los grises pasillos
de lúgubres albergues, de rejas reforzadas
y donde, según diarios, solo se albergan pillos.
Gurises sin juguete ¡Culpable! -si han nacido-
por desdén pasional del hombre ya extraviado
con alcohol, sin escuela, por el cielo expulsado,
que para siempre olvidaron al gurl del tiempo ido.
(Estribillo)
La mediocre ambición de Midas desmedidos
que vagabundean en cruentos inviernos,
que adoran los grises de iconos perdidos
en templos profanos de tristes avernos.
Abogados del dolar, pobres Arpagones
de oropeles plenos, mendigos de alma,
huérfanos de afectos son sus corazones
frágiles sus barcas, navegar sin calma.
(Estribillo)
Porque no conocen de manos tendidas
porque no supieron de pechos henchidos
porque no imaginan viñas florecidas
ni sabrán por nunca de frescos racimos.
Porque no imaginan cálidos fogones,
ollas compartidas, vinos colectivos,
y porque no entonan las roncas canciones
ni saben de risas de espíritus vivos.
Porque no distinguen dorados trigales
porque desconocen moral y decoro,
solitarios templos de bíblicos males,
eternizan siempre Quimeras del Oro.
Estribillo:
Comprendemos su filosofía
valoramos su sabiduría
le pedimos honre la memoria
en el mundo del hombre
coraje y bravura,
y rogámosle pues, nos asombre
y nos diga…con la historia
el hombre perdura.
Triunfó ya, en la lejana Altamira,
decorando cuevas para la deidad,
alumbrando los fuegos que miran
y alumbran la noche de la adversidad.
Construyó en los albores del Nilo
inmortales tumbas, obeliscos pétreos
y asombró a los incautos que en vilo
niegan sus oraciones con torpes adeptos.
Los templos en Grecia, los puentes románicos
medieval imprenta,, barcos de aventura,
rieles milagrosos, dirigibles británicos,
sutiles aeroplanos, medicinas puras.
Mas también apunto, el mágico arado,
el útil martillo, que une la madera,
el fuego que funde, la rosca que ajusta,
la hoz que permite la postrera siembra.
Si en el mando del arte, el alma perdura,
en el técnico universo el sudor se funde
y ambos se conjugan y el espíritu aflora
y así el hombre transforma el mundo en que vive.
Pero nunca olvidemos aquellos de Hiroshima,
las fábricas de armas, Césares decadentes
que solo nos empujan del abismo a la cima
que adoran los misiles y matan inclementes.
Acaso llegue el dia, el de la autora eterna
que tomen los trigales en panes repartidos
y lágrimas de llanto en vides sempiternas
y desgarrados gritos en himnos compartidos.
Llegará seguro el día en que todopoderosos
desde infames castillos desciendan al llano
tornará en carcajada el gemir menesteroso
beberán fraterno cáliz, todos juntos los hermanos.
Rescataremos de El Quijote la Bondad,
del Orlando Furioso la bravía,
desde allá, de Alejandría la verdad
de la pura Magdalena la ternura.
De aquel Fierro, de ser libres la obsesión
de Tabaré sufrido el sentimiento,
del Tío Tom, negro hermoso, el corazón
y de aquel crucificado, el sufrimiento.
De Rubén nicaragüense la Armonía
del chileno Neruda el compromiso
de aquel sordo genial la melodía
y del Ícaro, osado, lo que hizo.
Historiemos: doce horas de sudor
los mensúes, yerbatal, cañaverales
sapucayes de la bronca, y con honor,
los zafreros de nuestros naranjales.
Ante ellos, los héroes se inclinan ,
y se opaca el mediocre emperador,
desde lo alto, los mártires miran
y, ya machita, palidece una flor.
Valornos al manto roído
sobre la ternura de los oropeles,
sobre las victorias de magros laureles
que premian batallas de guerras estériles.
Un hombre de paz ante diez mil soldados
modela más tiempo que eternos verdugos
y siempre amanece en la noche del Hado
y será por siempre prometeo de yugos.
Adiós, Adiós, sutil ternura
Adiós, adiós, payaso triste
llorando por siempre tu partida
postrera adición, nostalgia que fustiga.
Alguna vez reí contigo
pero después, pensé tu siembra
legada por siempre a los de abajo
al sonreír gritabas tu defensa.
Eterna es, divina tu figura
paladín, mágico duende de los niños,
de la madre, calor, manto de armiño
del sembrador curtido fiel vigía
naveguemos la mar de tu porfía.
ROBERTO AGULLA