Más allá de las fronteras departamentales, el turismo regional está obligado a hallar la forma de un desarrollo tan ordenado como imprescindible. Este desarrollo significa incluso corregir algunas cosas que se hicieron mal, muy mal en el pasado, como el “amontonamiento” de oferta de hospedaje en Daymán, no toda de buen nivel, que además ha comprometido el paisaje del lugar.
Más que probado ha quedado que sólo el agua caliente no es atractivo suficiente si se aspira a atraer una corriente turística de alto nivel económico y permanente que nos deje el fruto de los buenos servicios recibidos.
Pero seguir pensando qué es posible traer turistas atraídos únicamente por los centros termales, por mejores que éstos sean, significa limitar sus posibilidades a personas de la tercera edad, que buscan tranquilidad, que aspiran a un escape al stress de las grandes urbes, pero que no demandan mucho más que eso en materia de servicios.
En pocas palabras significa sub explotar las posibilidades que se tienen.
Hay que tener en cuenta también que la competencia es cada vez mayor. En Argentina, de donde proviene la mayor clientela de nuestras termas, han surgido nuevos centros termales y se ha hecho incluso una nueva perforación de aguas profundas en Monte Caseros, frente a Bella Unión.
Simplificando, el agua caliente y el entorno de naturaleza llegó ya casi al techo de sus posibilidades como atractivo. Los turistas que gustan de este tipo de atractivo, no requieren más que buenas piscinas, servicios higiénicos, prolijos y ordenados, entorno bien cuidado, buena comida y no más.
Si las aspiraciones son de poner en funcionamiento otros servicios y atraer al visitante por más días, de otras franjas etarias, indudablemente habría que estudiar otras posibilidades más allá de los límites departamentales y quizás del propio país y armonizar esfuerzos.
No se puede pensar en traer turistas desde tierras lejanas exclusivamente a Salto –salvo algún caso específico – sino que es necesario ofrecer circuitos, variadas posibilidades para que la visita le resulte atractiva por varios días a la gente de tierras lejanas, que tienen mayores posibilidades económicas y probablemente mayor interés por algunas propuestas nuevas.
Es indudable que la consultoría contratada por el país para analizar el desarrollo del turismo, es el punto de partida imprescindible.
Verificar las posibilidades concretas, estudiar el mercado potencial para identificar los caminos factibles para el desarrollo del sector, y sacar provecho de la experiencia de los agentes turísticos es lo mejor que se puede hacer.
Ojalá lo entendamos.