A mediados de 2014 las fuerzas armadas de Israel bombardearon la Franja de Gaza y causaron la muerte de 1.800 palestinos, de los cuales el 80% eran ajenos al conflicto bélico que mantiene aquel país con Palestina.
La indignación que generó la noticia, sumada a las declaraciones de algunos gobernantes, disparó una ola de antisemitismo en Uruguay. Al menos así lo percibieron muchos judíos. El asunto se coló en la campaña electoral. Los candidatos participaron en conferencias y tomaron postura.
En ese momento, el judío Alain Mizrahi, director del grupo Radar, estaba en plena zafra de encuestas para conocer las preferencias de la población respecto a los candidatos. Entonces aprovechó que ya tenía una muestra nacional y representativa e incluyó una pregunta para cuantificar la discriminación. Quería confirmar que la percepción del crecimiento del odio a los judíos tenía un correlato en la realidad. Además, había hecho la misma pregunta en febrero de 2014, por lo que podría comparar ambos momentos.
Mizrahi se encontró con que la minoridad judía es la más discriminada de un grupo de colectivos entre los que están los chinos, los peruanos, los negros, los armenios y los españoles. En febrero, un 8% confesó que le «molestaría mucho» tener a un judío en su familia y un 11% respondió que le «molestaría algo». En la colectividad lo interpretan así: casi uno de cada cinco uruguayos es antisemita. Para sorpresa de Mizrahi y de otros, la judeofobia no creció tras el ataque en Gaza, sino que se mantuvo en términos generales.
El estudio se propuso conocer algunos datos del perfil del antisemita uruguayo. Pese a la percepción generalizada, reveló que la judeofobia no se concentra en votantes del Frente Amplio, sino en votantes de los partidos tradicionales. Con un matiz: los frenteamplistas sienten mucho más rechazo hacia los judíos que hacia las otras minorías mencionadas.
Del trabajo de Radar también surge que hay más rechazo a los judíos entre los mayores de 65 años, y que los jóvenes discriminan menos a todas las minorías.
Los datos fueron un hallazgo para Carlos Kierszenbaum, cirujano pediátrico y director adjunto de la organización judía Bnai Brith. Hasta entonces, Kierszenbaum no había conocido ningún estudio cuantitativo sobre el antisemitismo. Pero eran «solo números» y él quería ir más allá: «Saber quiénes son, qué les gusta, qué opinan de política». Le dieron ganas de «conocer la cara de los antisemitas».
Como organización internacional, la Bnai Brith tiene entre sus objetivos «mejorar la realidad del país» en el que se ha elegido vivir. «Para eso debo saber por qué motivo no nos quiere la gente que no nos quiere», argumentó Kierszenbaum.
La mejor herramienta que encontró fueron las redes sociales. «Las redes son una radiografía de la sociedad porque la gente se expresa libremente», consideró. Estudió las características de Twitter y Facebook y optó por la segunda porque es «mucho más poderosa», «más democrática» y otorga «mayor posibilidad de intercambio». Además, en Facebook hay menos cuentas con nombres falsos.
Su metodología consistió en tomar notas de distintos medios digitales referidas a cualquier asunto que tuviera que ver con Israel o el judaísmo. Luego buscó en Facebook los comentarios de esas notas. No incluyó las «críticas correctas y educadas hacia el gobierno de Israel». Se concentró solamente en el antisemitismo.
Simplemente asusta.
Durante febrero y marzo Kierszenbaum buceó en los comentarios y datos visibles de los antisemitas uruguayos. Y lo que se encontró «simplemente asusta». «Asusta porque es impresionante el nivel de ignorancia y de confusión de temas. Lo que perdura es el odio a los judíos», valoró. Ese odio se vuelca «con total impunidad», tanto de parte del que escribe como del que expresa su respaldo al comentario dándole «me gusta». Además, muchos parecen haber olvidado la noticia de la que están opinando.
Kierszenbaum almacenó la información de decenas de antisemitas uruguayos. Tiene capturas de pantalla de sus muros de Facebook, de sus posteos y de los grupos a los que dicen adherir. Lo hizo con absoluta tranquilidad porque se asesoró con un abogado que le aseguró que lo que se pone en Facebook es «totalmente público». «Es como gritarlo en medio del estadio», simplificó.
Todo ese material —con los nombres y los rostros a la vista— forma parte de una presentación que ha hecho ante autoridades y otros grupos de la Bnai Brith.
Buena parte de los comentarios aluden al «poder oculto» de los judíos que aspiran a «dominar el mundo» a través del control de los medios económicos. «Son argumentos del antisemitismo moderno», apuntó Kierszenbaum. Algunos de los que revelan su judeofobia están vinculados a la Policía o a las Fuerzas Armadas.