Por estos días el intendente Municipal, Carlos Gabrielli, ha afirmado que se han adoptado las precauciones suficientes para extremar la seguridad durante la semana de asueto que se inicia en el país y que tiene en Salto el principal destino, tanto a nivel nacional como de los visitantes de países vecinos.
Corresponde señalar que si recurriéramos al archivo de EL PUEBLO, seguramente nos encontraríamos con que puntualmente, todos los años a esta altura, se anuncia lo mismo. Los operativos destinados a ofrecer seguridad a los visitantes.
De allí, que mantengamos recelo en cuanto a los resultados que pudieran obtenerse en esta ocasión.
Nadie discute ya que la seguridad es la materia prima para el turismo. Aún cuando pudiéramos ofrecerles atractivos naturales o servicios de primer nivel, si no somos capaces de ofrecer la seguridad que corresponde, difícilmente se puedan lograr los resultados esperados.
Mantener este valor agregado a los atractivos de los centros termales debería ser la prioridad absoluta para el sector.
Pero tampoco puede descuidarse la seguridad para el ciudadano salteño, el que en estas ocasiones suele ausentarse en buen número para disfrutar del asueto lejos de su hogar.
De allí que entendamos que el tema de la seguridad en el departamento va mucho más allá que lo que pueda y deba hacerse en una fecha o una ocasión puntual, trátese de espectáculos masivos o de acontecimientos, como es la aglomeración de visitantes que suele observarse en la denominada Semana de Turismo.
Es necesario que se parta de estudios, serios, responsables, a cargo de entendidos en el tema para determinar a ciencia cierta, qué es lo que está faltando para conseguir mayor seguridad, no sólo en turismo, sino permanentemente.
Salto no es una isla y por lo tanto difícilmente se pueda volver a los bajos niveles de delincuencia que teníamos décadas atrás, pero también es cierto que si ajustáramos una serie de controles, seguramente podríamos llevar mejor las cosas.
Nadie ignora que lo mejor que puede hacerse en la materia es ajustar al máximo la prevención del delito, porque el único resultado que sirve en este tema, es que no haya delitos o que éstos sean lo menos posible.
La represión del delito, por eficaz que sea, no evita que el daño se haya consumado, por lo menos en la sensación de inseguridad que se lleva el visitante.