Tabaré Vázquez cumple sus últimas horas al frente del gobierno nacional y ha pasado a la historia política del país por varios motivos.
Se va con uno de los índices de aceptación más altos que se hayan conocido en los últimos tiempos, que algunos ubican cercano al 70 %.
Esta aceptación se ha manifestado sin ambages desde figuras incluso de la oposición, como el Dr. Lacalle y el propio Dr. Sanguinetti, quien “alertó” a la ciudadanía antes del ballotage, que “un gobierno de Mujica no sería lo mismo que el gobierno de Vázquez”.
Pero no sólo pasa a la historia por haber sido el primer presidente de izquierda del país, sino esencialmente por los logros obtenidos. En el campo económico, respaldado por su aliado incondicional, Cr. Danilo Astori, los resultados hoy no tienen discusión. Uruguay salió casi ileso de la crisis económica internacional que hizo temblar y aún sacude a grandes países y poderosas economías.
En el campo social, se hicieron logros importantes, se avanzó, aunque no todo lo que se quería para atender la emergencia social, según el propio Vázquez.
Los vaticinios para el país gobernado por la izquierda, antes de que esta asumiera, eran muy negros. Los augurios catastróficos, hoy la realidad indica otra cosa. Los organismos internacionales ubican a Uruguay como uno de los países más atractivos y confiables para la inversión.
El nuevo gobierno, muy próximo a subir, lo hace con una expectativa popular quizás mayor aún a la que tenía el Dr. Vázquez al asumir. Llega a un país con cuentas claras, ordenadas, prolijas, lo que no quiere decir a salvo de los avatares de la política internacional, pero al menos en otra situación y esto se lo debe, como lo ha reconocido por otra parte, al gobierno de Vázquez.
Hasta resulta llamativo que prácticamente no haya habido denuncias de corrupción, salvo algunos casos muy puntuales, sobre los que la Justicia aún no se expidió definitivamente y que fueron inmediatamente sometidos a la Justicia Penal, como corresponde y como debería ser siempre, sin entorpecer este camino con artimañas en los otros poderes.
Pero aún horas antes de irse, tuvo un gesto de hidalguía que creemos engrandece su figura de político y de gobernante, cuando pidió disculpas públicamente porque un hombre de su gobierno –que no identificó – maltrató a alguien de la prensa, que no hacía otra cosa que cumplir con su misión.
Mal que les pese a muchos, Tabaré Vázquez se va por la puerta grande del gobierno, como el mismo lo ha dicho “con la cabeza alta y las manos limpias” y si alguien duda de esto, tiene los caminos y las garantías necesarias para denunciarlo como y donde corresponde.
Alberto Rodríguez Díaz