Contratapa por Jorge Pignataro
Sí, realmente es un gran libro que vale la pena leer. Ayer, ante la noticia del fallecimiento de Danilo Astori, vinieron a nuestra mente varias de sus páginas. Miguel Ángel Campodónico (Mdeo, 1937-2022), a quien en más de una oportunidad hemos calificado como el mejor novelista uruguayo de los últimos 50 años aproximadamente, también fue un excelente periodista. Varios libros suyos incursionan en el género con gran nivel; son biografías pero con un estilo sumamente original, sobre todo por la alternancia de voces narrativas. Entre otros, publicó libros sobre Mujica, Bordaberry, Sánchez Padilla, Rosencof, Carlos Páez Vilaró, etc.

Ahora que Astori falleció, seguramente aparecerán libros sobre él. Pero Campodónico, agudo observador de la realidad, ya escribió el suyo hace casi 20 años, lo publicó en 2004 y le llamó “Radicales y moderados. Astori: Vida Y Pensamiento Politico”.
Hoy es una buena oportunidad para recordar a ambos: al destacado político y economista Astori, y al destacado novelista y periodista Campodónico, fallecido el año pasado. Para ello, parece ideal esta selección de fragmentos que realizamos de una nota aparecida en El País, el 4 de setiembre de 2004:

“El trabajo de Miguel Angel Campodónico vuelve a ser excelente. Conozco bien tres ejemplos del estilo biográfico grabado y desgrabado de Campodónico («Mujica», «Las vidas de Rosencof» y «Antes del Silencio», las horribles memorias del ex Presidente Bordaberry). Las tres obras tienen mucho interés, pero creo que éste que presentamos hoy «Radicales y moderados: Astori» es el libro que muestra mejor la maestría a la cual ha llegado el autor. Es también el que trata y postula la cuestión más trascendente. En esta ocasión Campodónico tiene un modo nuevo; el libro más que preguntado y respondido, está a punto de ser dialogado, pero de un modo nada común. La prosa del autor llega más desenfadada que en los textos anteriores, va al entrevistado y vuelve a Campodónico, va y viene, sin que el lector sepa por momentos cual de los dos está hablando. Es un recurso brumoso que le hubiera gustado a Onetti. Es como pasar un esfumino sobre la persona verbal; no se nota en todos los casos si el que habla es yo (Campodónico) o es él (Astori).
No sé si este efecto que inquieta la lectura, fue querido o como muchas veces sucede, se da por añadidura. Es un vaivén como de olas de mar. Y a mí me gustó, ese cierto mareo. En ningún capítulo volví a leer para deducir el sujeto. Lo dejé como viene, como hecho por A y por C y en algunos pasajes por X. Está bueno. Ese oscilante, empasta el discurso y le da autoridad, es como si fuera de nadie: la realidad dice ( …).
Amos Oz es un novelista israelí que vive en su país, sitiado en medio de los fanáticos propios y los fanáticos ajenos (no digamos enemigos). Oz dice que podría ser un excelente profesor de fanatismo comparado; y para probarlo escribe un libro titulado «Contra el fanatismo».
Dice este mago de Oz:
-«Cerraremos en falso el caso del 11 de setiembre (la caída de las torres gemelas en Nueva York) si pensamos que solo fue un ataque de pobres contra ricos. No se trata sólo de «tener o no tener». Si así fuera, si fuera tan simple, uno esperaría que el próximo ataque viniera de Africa, donde están los países más pobres; y que tal vez fuera lanzado contra Arabia Saudí o los emiratos árabes del Golfo, que son los Estados productores de petróleo y los países más ricos. Pero no. Es una batalla entre fanáticos que creen que el fin, cualquier fin, justifica los medios. Se trata de una lucha entre los que piensan que «la justicia», se entienda lo que se entienda al decir esa palabra, es más importante que la vida; y aquellos que, como nosotros, pensamos que la vida tiene prioridad sobre muchos otros valores, convicciones o credos. La actual crisis en Cercano Oriente o en Israel/Palestina, no es consecuencia de los valores del Islam. No se debe a la mentalidad de los árabes, como claman algunos racistas. En absoluto. Se debe a la vieja lucha entre fanatismo y pragmatismo. Entre fanatismo y pluralidad. Entre fanatismo y tolerancia.»
Y unas páginas después agrega:
-«Traición no es lo contrario de amor, es una de sus opciones. Traidor es -según creo- el que cambia a ojos de aquellos que no han cambiado, ni pueden cambiar, aquellos que odian cambiar y no pueden concebir el cambio, a pesar de que siempre quieran cambiarlo a uno. En otras palabras, traidor a ojos del fanático es cualquiera que cambia. Y es dura la elección entre convertirse en un fanático o convertirse en un traidor. No convertirse en fanático significa ser traidor, según piensa un fanático.»
-¿Cuáles serían a su juicio las grandes líneas que el Frente Amplio debería tender en corto plazo?
-En primer lugar un modelo nacional de especialización productiva.
-La gran aspiración de Astori sería que esta política fuera definida como una cuestión de Estado, ese ha sido el gran secreto a voces de todos los países exitosos del mundo.
-Se trata de convertir a la izquierda uruguaya, concretamente al Frente Amplio, en una fuerza madura y responsable en primer lugar, y finalmente transformarla en una fuerza con capacidad para acordar con el adversario. Pero sobre todo definir con él las cuestiones de Estado para convertirse en protagonista de estas definiciones que deben ser líneas políticas que estarán por encima de los partidos y que se aplicarán gobierne quien gobierne. Seregni hizo enormes esfuerzos para que la izquierda se sintiera parte del sistema.
En algunas discusiones se dan ciertos rasgos de intolerancia. Y en otras instancias, además, los actores se ubican fuera del sistema, como si el sistema político de Uruguay estuviera ahí, pero nosotros, los que pertenecemos a la izquierda, no fuéramos parte de él. Es como si se dijera que venimos de afuera para cambiarlo porque como somos distintos y mejores, no formamos parte de él.
Parecería que la tarea primera y fundamental para que un gobierno de izquierda tuviera el éxito buscado sería que los ciudadanos cambiaran su actitud, que modificaran sus posturas sobre lo que esperan del Estado. Hubo personas aisladas, por supuesto, que se quemaron la vida buscando esa transformación que todavía no ha llegado.
Yo comienzo por compartir la idea de que la transformación de una sociedad empieza por la transformación del ser humano. Se trata de un proceso de interacción, el ser humano tiene que ir cambiando a medida que se procesan transformaciones en la sociedad.
Aquel que quiera cambiar el mundo, si bien continúa queriéndolo, tuvo que permitir que el mundo lo cambiara también a él, ya que si el mundo cambia y uno se hace el desentendido, nunca podrá llevar adelante las transformaciones que pretende…”.
En este libro hay bastante más que una vida y un pensamiento de encrucijada política. Hay algo bastante más duradero. En definitiva, para la biblioteca, poco importa que Danilo Astori vaya a ser Ministro o no. En este libro donde se tejen varios hilos de color diferente, puede seguirse un bordoneo de fondo que me interesa relevarDice Ortega y Gasset que el fanatismo es una hemiplejia y yo deseo que ninguno de nosotros conozca ese cansancio del entendimiento. El fanatismo es un apagón que puede durar toda la vida. Pero ese no es el caso de Astori. Lo que importa pues en este texto confesional y doctrinario, es su lucha contra la fijeza inhumana de los fanáticos.