Nadie que no lo haya padecido puede saber realmente la dimensión que alcanza. Tener un cáncer de mama es tomar conciencia que somos mortales cosa sabida pero que siempre consideramos “lejana” y por eso nos cuesta mucho, muchísimo diríamos asumir esta instancia.
Conocemos casos en que quienes padecen esta enfermedad se interrogan “por qué yo”. Es una lástima, pero no nos parece acertado. Admiramos sinceramente a quienes han tenido la entereza para soportar y superar esta instancia nada agradable por supuesto y entendemos que todo el esfuerzo debe dedicarse a las posibilidades de superar la dolencia.
Es difícil aceptar que en el mejor de los casos, si todo es normal, todo ser viviente, animal o vegetal nace, crece, se desarrolla y muere. Es la ley de la vida y no conocemos a nadie que haya escapado a ella.
Es duro, pero real y concreto. Hay gente que fallece a los cien años, como también hay bebitos que fallecen a poco de nacer. Otros tienen una corta vida y mal que nos pese, aunque no terminemos de aceptarlo nunca, la vida continúa y su duración no depende nosotros, aunque podemos incidir ello.
Días atrás de celebró en el país el Día de la Prevención del Cáncer de Mama y entendemos que todas las baterías en esta ocasión han estado apuntando a evitar lo evitable. Vale decir a evitar aquello que favorece la aparición o el rápido extensión de un cáncer de mama.
Pero hay que saber que si bien hoy no es como antes que llevaba casi inevitablemente a la muerte, hay causas que no son evitables. Hay elementos genéticos, que se trasmiten de generación en generación vaya a saber por qué.
ES muy difícil el trance. Cuando se diagnostica un cáncer de mama, en primer lugar parece acabarse el mundo, pero hay que saber que no siempre es así. El diagnóstico precoz es fundamental y sobe todo el tratamiento. Una vez que hayamos asumido el riesgo, podremos luchar y hacer todo lo que debemos hacer para aferrarnos a la vida, alcance que también tenemos que asumir que no siempre es posible.
Estas líneas pretender ser un mensaje esperanzador. Una exhortación a disfrutar la vida, a celebrarla y no hay mejor forma de celebrarla que estando al servicio de los demás que pretenden y aspiran a lo mismo, como se nos ha enseñado, pero también nuestra aspiración es analizar si es que el mundo científico está haciendo todo lo que se puede para superar estas instancias o también depende de las posibilidades económicas del paciente.
A.R.D.