El «Documento Marco sobre Política Migratoria en Uruguay» de la Junta Nacional de Migración, un organismo oficial integrado por la Presidencia de la República, los ministerios de Relaciones Exteriores, Interior, Trabajo y Seguridad Social y de Desarrollo Social, reconoce que aún en momentos de crecimiento económico los profesionales uruguayos tienen una fuerte propensión a emigrar, debido a que las remuneraciones que pueden obtener en el territorio nacional no compiten con las que ofrecen otros países.
El Poder Ejecutivo aprobó la semana pasada este documento, el que señala que es necesario, por lo tanto, diseñar una Política de Retención.
El tema no es nuevo y es propio de un país chico como el nuestro. Desde hace muchas décadas que se registra este tema que incluso es muy conocido a nivel de la población, son contados los estudiantes que tienen posibilidades de especializarse afuera o hacer una carrera en el extranjero, que luego vuelven a radicarse en el país.
El estudio al que hacemos referencia constata algunos aspectos que son conocidos, pero no muy difundidos. En este aspecto, apuntamos específicamente al hecho de que los estudiantes que se van al exterior a hacer una carrera, por lo general tienen altas calificaciones y de allí que al terminar sus estudios en el extranjero se les presentan posibilidades laborales que no tienen en nuestro país.
La información de que se habrá de diseñar una política migratoria que sea atractiva para el regreso de esos jóvenes al país, es sumamente interesante. Diríamos más. Es trascendente, porque nadie ignora que el futuro pasa por el conocimiento y para competir en el mundo que se nos viene necesariamente habrá que estar bien preparado.
A nadie escapa que las grandes potencias han captado permanentemente a los “cerebros”, más destacados en cada disciplina y esto les ha permitido mantenerse en la cúspide del desarrollo no sólo tecnológico, sino en cuanto al nivel general de sus actividades.
Recién asumimos que esta política es trascendente y que más allá de las ventajas que representen personalmente para los jóvenes que emigran, esta sangría de cerebros tiene una contrapartida muy negativa para el país.
No somos partidarios de prohibir o sancionar estas acciones, sino por el contrario, de idear, como aparentemente se lo está haciendo, políticas atractivas para que estos técnicos opten por quedarse, como estamos seguros sería el deseo de la mayoría de ellos, porque aunque se vayan, se radiquen y echen raíces por allá, el “paisito” no se olvida.