Por Jorge Pignataro
Con palabras del escritor Luis do Santos, y canto popular de Ruben Ciocca, el pasado viernes 21 quedó presentado en la Biblioteca Departamental Felisa Lisasola el libro «Un lagarto se desprende la cola», novela de Pablo Silva Olazábal.

Nacido en Fray Bentos en 1964, Silva Olazábal reside en la capital del país desde hace muchos años y es el conductor de «La Máquina de Pensar», programa que actualmente se emite por Radio Cultura y el Portal Medios Públicos, y que se ha convertido con el tiempo en referencia del periodismo cultural uruguayo.
Pero además de periodista (labor por la que incluso fuera premiado este año por la Academia Nacional de Letras en función de su labor de rescate y divulgación de libros), es escritor y «Un lagarto se desprende la cola» no es su primera obra. Antes había publicado, entre otras:
“La revolución postergada y otras infamias” (cuentos, 2005), “Entrar en el juego” (relatos, 2006), “La huida inútil de Violeto Parson” (novela, 2012), “Lo más lindo que hay” (cuentos, 2015), «Pensión de animales” (novela, 2015), “La vida amorosa de Telonius Monk” (microficción, 2018), «El run run de las cosas” (novela, 2020).
Sobre «Un lagarto se desprende la cola», ha escrito Mario Delgado Aparaín: «Con una pericia envidiable, Pablo Silva compone la compleja interioridad de Julio Piedracueva, el protagonista que trata de responder el cuestionario de Blas, su amigo sabio, en torno a la obra de Héctor Corvalán Ramos, un escritor a contrapelo de su época, convencido de que “estamos escritos por el ambiente en el que dimos los primeros pasos, por lo que no somos otra cosa que “variaciones multitudinarias de ese aire de época que nos nutrió”.
Para responder a las imperiosas cuestiones de Blas, Julio Piedracueva no encuentra mejor forma de hacerlo que enviarle “un mamotreto” en el que, partiendo de la lejana infancia en un día de sol a la hora de la siesta, se lanza a construir un sorprendente mundo fractal, tal vez de ochenta años atrás, donde a fuerza de exprimir la memoria hasta los últimos limites posibles, compone las estampas de la disfrutable y subyugante historia de su vida, escrita bajo el consejo de Boris Vian: “la historia que voy a contar es real porque ha ocurrido dentro de mi cabeza”.
En tanto Mercedes Rosende escribió: «¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza? La historia tiene un punto de partida desmesurado: un anciano escritor aficionado obliga a Blas, doctor en Letras de la Universidad de Tucumán, a leer sus textos con la difusa promesa de que de esa forma conocerá a su objeto de estudios, el consagrado y ya fallecido escritor Héctor Corvalán Ramos. El truco parece inocente, pero funciona, las potentes imágenes de unos zapatos blancos de niño que se cubren de sangre, de una herida purulenta atravesada por un taco aguja, de un seductor vestido rojo, del escote de la tía Lucrecia nos sumergen (a Blas y a nosotros) en el zeitgeist o espíritu de los tiempos que liga a ambos autores. Reflexiones sobre la memoria y el olvido, la verdad y la leyenda, la objetividad o subjetividad, el escritor y el Otro, la vejez y la juventud nos acercan a historias que buscan un lector porque, en definitiva, estamos hechos del mismo material con que se tejen los sueños».