Salto tiene sobradas credenciales para justificar la instalación de un centro universitario de jerarquía, ya sea una segunda universidad estatal autónoma o una Regional Norte, sede Salto pero con el rango de jerarquía que le correspondiera.
No se trata de un reclamo antojadizo, basado en un localismo pueblerino exacerbado. Se trata de las credenciales que ha mostrado con exceso la ciudad y particularmente la población salteña para ir sumando logros que a esta altura resulta ocioso enumerar, porque han sido expuestas hasta el cansancio.
Desde el hecho que fue la primera ciudad del Interior en poner en funcionamiento (1947) los cursos universitarios (de Derecho).
Pero la lucha por la Universidad no ha sido un hecho aislado para la comunidad salteña, porque también la construcción de la represa de Salto Grande se logró en base a la movilización de los pueblos de Salto y Concordia, capaces de encaminar una marcha popular hasta las puertas de los parlamentos de Uruguay y Argentina, para reclamar por esta obra, que hoy es orgullo de ambos países.
También el Hospital Salto logró un fuerte impulso mediante movilizaciones populares y el trabajo intenso de gente que ha sabido mostrarnos el valor de la entrega y el sacrificio gratuito, por la comunidad y las generaciones futuras.
Salto tiene infraestructura edilicia, con un edificio de la R.N. que se ha transformado en uno de los emblemas del lugar. Pero también tiene la presencia de varias universidades más e institutos educativos terciarios, la Universidad Católica, la ORT, el CERP, el Instituto de Formación Docente, entre otros.
Esto, sin olvidar que el mismo espíritu binacional, que hizo posible la construcción de la represa ha llevado a la instalación en nuestra ciudad de una licenciatura de Turismo, binacional, reconocida en todo el MERCOSUR, que dictan en forma compartida la Universidad de Entre Ríos, Argentina, con cursos en Concordia y la Universidad de la República, con cursos en Salto, a los mismos estudiantes de la licenciatura.
El hecho de que Salto es la única ciudad del país que tiene enfrente no más de media hora de viaje, a una ciudad argentina que hoy ronda en los 200 mil habitantes, ha hecho posible y más que justificado esta nueva muestra de integración regional.
Por lo tanto, que nadie dude que los salteños que hemos recibido de generaciones anteriores el indomable espíritu de luchar por lo que nos corresponde, habremos de exhibir y reclamar donde sea necesario estas credenciales.
No nos creemos con más derecho que nadie. No somos superiores a nadie. No nos oponemos a que se descentralice y difundan los planes educativos y en especial se facilite el acceso a la Universidad por parte de los hijos de obreros, trabajadores y las capas más desposeídas de la población, porque es de justicia y equidad hacerlo.
Esto no quita que dejemos de reclamar por un instante lo que estamos convencidos, que por derecho adquirido y en mérito a una extensa y sacrificada trayectoria de realizaciones, corresponde a Salto.
Ni más, ni menos. Esta es la cuestión.