Tan infeliz como el asistencialismo, entendido éste como la limosna económica que se proporciona sin exigir el más mínimo retorno, puede llegar a ser la supresión drástica y total de un día para el otro.
Lo lamentable de esto es que un tema tan delicado, tan grave y tan caro para los intereses del país, como es la pobreza y el marginamiento se politice, se convierta en un argumento de la campaña electoral.
Nos gustaría ver cómo se encaran políticas serias, de fondo en el tema, porque sin lugar a dudas los compatriotas que están en esta situación, victimas o no de ella, son los que tienen mayor urgencia de encontrar caminos de salida.
No es discutiendo en estos términos, con un interés innegable de captar votos a determinado nivel de la población que podemos aportarles a hallar ese camino.
La pobreza y marginación que tiene el país necesita de planes sociales a mediano y largo plazo.
No es ni reprimiendo, ni tampoco asistiendo sin otro fundamento y otra contraprestación que el apoyo económico, que habremos de ayudarlos.
Pero además, el país todo debe tener muy en cuenta que la única forma de mejorar diferentes temas sociales en el país, como la seguridad, y las desigualdades culturales, es hallar el camino para sacar a estos compatriotas, o al menos a todos los que muestren interés en salir, de la situación en que se hallan.
En primer lugar, hay que enfrentar la emergencia, porque nadie puede trabajar, estudiar o pensar en positivo con el estómago vacío, sufriendo el frío o la lluvia en una vivienda indigna u otras carencias esenciales en la vida.
Es por eso que estos temas requieren de planes a mediano y largo plazo. No se pueden “manosear”, por la sola inseguridad o inestabilidad, porque cuando las víctimas se hallan en una situación tan inestable y vulnerable, esto hace mucho daño.
Sólo un país que ofrezca posibilidades de trabajo estable, con sueldos dignos, con planes de acceso a la vivienda, que garantice el acceso a la educación, el conocimiento para la formación personal, puede sacarnos de esta situación.
No es con represión de ninguna clase. No es sólo con sanción, aún cuando ésta sea imprescindible en caso de violación a la ley, que habremos de alcanzar un día los objetivos que todos añoramos.
Uruguay no es una isla y sería bastante torpe tratar de manejarnos aislados del mundo, cuando hoy la globalización, quiérase o no, llega a todos los rincones del planeta.
Que nadie se equivoque en esto. Si realmente se pretende hallar salidas con la gente, y no “a pesar de la gente” que se halla en esta situación, no será posible si no es por el camino de la mayor equidad y justicia social.
Que conste.
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