Desde luego que el tema de la seguridad social es un punto clave para la población uruguaya, sobre todo de los años venideros.
Desde hace varias décadas venimos escuchando la difícil situación que se avecina en este tema de no tomar medidas a tiempo.
Sin embargo lejos de preocuparse la mayoría al menos de nuestros políticos ha seguido comportándose ante el tema como si estuviera todo bien. Para nosotros este tema hace muchas décadas que debió encararse, sin politizarlo, sin hacer de él un “botín” político, porque el precio a pagar va a ser muy caro y seguramente recaerá sobre quienes hoy no le dan importancia.
En momentos en que escribimos estas líneas se ha aprobado (con media sanción) un nuevo proyecto, con aciertos y errores, como lo han tenido todos los que hasta ahora hemos conocido.
Desde el gobierno se ha sostenido en más de una oportunidad que aprobar una reforma de la seguridad social es un compromiso adoptado hace ya varias generaciones y sin embargo poco y nada se ha avanzado.
Hemos visto y seguimos viéndolo, que la población uruguaya cree que es este un tema menor, que no urge, y no le ha dado la importancia que tiene. Hemos visto y conocido muchos proyectos, pero todos han fracasado.
La situación de las cajas (militar, bancaria, profesional, de los escribanos y demás, ha sido y es el cuello de botella. Desde luego que es una situación especial y como tantas otras necesita de mayoría especiales para ser atendidas.
Si mal no recordamos la hoy oposición y durante los quince años anteriores en el gobierno, también presentó un proyecto que no alcanzó las voluntades suficientes para ser convertido en ley.
La cuestión fue siempre la misma, el tema se politizó al punto tal, que estamos seguros que algunos legisladores siquiera se interiorizaron de su contenido. Bastó saber su procedencia para rechazar la posibilidad de aprobarlo.
Mucho nos tememos que el proyecto actual siga el mismo camino. Es que es demasiado “pesado”, dar los votos a quienes se opusieron en el pasado a encarar el tema. En una palabra nos huele a aquello de que “si no sale lo que yo quiero, que no salga nada…”
En tanto la Espada de Damocles pende de un hilo y amenaza caer sobre la cabeza del pueblo uruguayo. No queremos estar en las botas de los gobernantes cuando esto suceda…
A.R.D.