Un ministro del Interior, no es un integrante más del gobierno nacional, sino que como un juez o un fiscal está en primera línea en la lucha contra la delincuencia y en estos momentos en particular contra el narcotráfico, poderoso enemigo que ha corrompido a las autoridades y a toda persona honesta que se le ha interpuesto.
Sin embargo casi un mes atrás sorpresivamente falleció el ministro del interior, Jorge Larrañaga, quien llevaba más de un año al frente de una cartera ministerial a la que todos tratan de evitar y hasta el día de hoy subsisten algunas interrogantes sobre su muerte.
Estamos seguros que alguien de su entorno conoce todas las respuestas, pero éstas no han trascendido a nivel del público, porque nunca hubo las aclaraciones que corresponden y alguna que otra que se intentó dejó más dudas que certezas.
Independientemente de este hecho en particular nos resulta sumamente llamativo que quien ocupó tan alto cargo en el Poder Ejecutivo, haya fallecido inesperadamente y no se hayan conocido mayores detalles de su muerte.
Un ministro del interior, frecuentemente recibe amenazas, es blanco de atentados y sobre todo cuando “molesta” a la delincuencia, está siempre en la mira de ésta y por lo tanto es necesario que el pueblo sepa a quien se enfrenta.
Un gobierno que se ha ufanado de la transparencia con que ha obrado siempre y de la buena comunicación, no se puede hacer cargo ahora de esta falta de información que puede echar por tierra todo este esfuerzo por construir una imagen que el público valora.
El pueblo tiene derecho a saber lo que sucede y el poder de la delincuencia, porque si alguien encabezó una lucha frontal contra el narcotráfico en los últimos tiempos ha sido precisamente el Dr. Larrañaga.
No por morbosidad, ni por violar la intimidad de la persona, como alguien podría entenderlo, sino por saber exactamente a que atenerse, se precisa informar con claridad y con transparencia, es el derecho ciudadano. Sabe bien el gobierno y lo sabemos todos, que la falta de información veraz alienta los rumores y la difamación, así lo hemos consignado en estas columnas y hoy lo reiteramos.
Mientas no se informa con veracidad y en forma detallada, será imposible detener los rumores que sólo la verdad puede desbaratar.
A.R.D.