Finalmente y de acuerdo a la información de los últimos días, el gobierno nacional, a través del Poder Ejecutivo tomará este año directamente la conducción de las líneas esenciales de la Educación.
Es que ninguna mejora en los principales problemas que tiene el país será posible si no parte desde la educación y obviamente sus resultados sólo son factibles a mediano y largo plazo.
Es que la Educación es el punto de partida. Hoy los estudios internacionales ubican a la educación nacional en un lugar bastante relegado, incluso en algunos casos frente a países de la región mismo.
Los índices de repetición y los abandonos de estudios antes de culminar la Secundaria aumentan.
Los docentes en muchos casos están más dedicados a la contención, a mantener un mínimo de disciplina en los alumnos, que a enseñar.
Los problemas de la sociedad se han trasladado al aula, al punto que son bastante frecuentes los insultos a los docentes y hasta han habido agresiones.
Esta situación en la educación pública ha deteriorado notoriamente la calidad de la educación.
En contrapartida, la enseñanza privada, que aún mantiene algunos de los postulados y valores que otrora eran también patrimonio de la pública, está recibiendo cada vez mayor número de educandos, porque muchos padres optan por la educación privada como recurso para evitar los males que hoy muestra la educación pública.
Esto es lo que tenemos y de no haber una modificación sustancial en ciertos “postulados” que nos han llevado a esta situación seguramente ya sabemos donde desemboca todo esto.
Los diagnósticos son superabundantes y coincidentes. El problema se inicia en casa, porque la vida moderna nos ha llevado a ausentarnos. Hemos “tercerizado” como se ha dicho la educación de nuestros hijos desde los primeros años, cruciales en la formación de hábitos y de disciplina, confiándolos a terceros, a extraños o a lo sumo a otros familiares, pero no estamos con ellos el tiempo que ellos necesitan y cuando ellos más nos necesitan.
Allí comienzan los problemas. Los niños ya adolescentes pronto están en la calle, se acostumbran a que no tienen controles, no tienen límites, nadie les exige ni les pide cuentas de lo que hacen.
Estos son los problemas que se trasladan a las aulas y por lo tanto, no es racional pedirle a los maestros y a los profesores que “enderecen” lo que ya lleva años torciéndose.
Por este camino, es poco lo que podemos esperar, salvo que haya un golpe de timón, que y no será a tiempo, pero por lo menos evitará que lleguemos a zozobrar.