Los quince años de Ana Lucrecia Airale Díaz fueron celebrados por su mamá Dinorah y su esposo Alejandro en un salón de fiestas al cual fueron invitados numerosos jóvenes amigos y compañeros de estudios y el grupo más allegado de familiares, siendo una reunión netamente juvenil.
La quinceañera recibió a sus invitados acompañada por sus hermanas mellizas Virginia y Analía. Realzó su juventud vistiendo solero de organza cristal color champagne, de breteles muy finos presentaba el corsage delicado bordado con perlitas que de mayor a menor se espaciaban hacia el talle marcada con faja drapeada de satén en un tono más oscuro, sujeta sobre un lateral con una flor y continuando largos lazos por sobre la amplia falda. Sus hermanas lucieron iguales vestidos en color amarillo muy tenue, de línea solero, falda larga y amplia con alforfones y faja bordada señalando el talle.
La decoración del salón se realizó en la gama del amarillo, salmón y color cristal, a la entrada se ubicó candelabro de pie con velones en tono amarillo intenso y flores naturales, acompañaba mesita con silla de estilo portando el álbum destinado a recoger las firmas y mensajes de cuantos la acompañaron en su noche de fiesta.
Los invitados disfrutaron de la velada ubicados en torno a mesas vestidas en composée de colores, lucían al centro candelabros dorados con un velón rodeado de flores, un sector del salón fue habilitado expresamente para los jóvenes con juegos de living blancos, puf y mesas ratonas iluminadas con fanales.
El techo fue decorado con bandas de telas en amarillo marfil, convergían al centro de la pista con enorme racimo de globos cristal rodeado con secuencia de globos espejados.
Dos mesas de variadas golosinas fueron muy visitadas durante toda la noche, una en cada lado del salón, tendidas con manteles color salmón y decoradas con transparencias rellenas de gemas cristalinas para culminar con penacho de paletas y chupetines.
Las notas de un vals marcó el inicio del baile, primeramente lo hizo con su papá para continuar luego con familiares y amigos, posteriormente ritmos de moda se sucedieron durante toda la madrugada siendo toda una invitación al baile y la diversión, teniendo la mayor explosión de alegría cuando se repartió el cotillón.
Llegado el momento de cantarle el feliz cumpleaños y elevar las copas en el brindis tomó mayor relevancia la mesa principal tendida con fino mantel de hilo bordado en richelieu, sobre ella había destacado arreglo con liliums amarillos, juncos recortados y las quince delgadas velitas del centro de la felicidad, acompañaba la torta de tres pisos decorados cada uno en un color diferente, salmón, amarillo y marfil, todas adornadas con ramilletes de flores ilusión y ubicados en diferentes planos sobre base de tela color amarillo maíz.
Recibió esta jovencita múltiples y finos obsequios que perdurarán en el recuerdo de este su día feliz.