Crónica de un estudiante rebelde pero de buenas calificaciones
“Continúo estudiando Relaciones Internacionales en la UNAM”
Ya a estas alturas y después de seguir esta entrevista con Salomón, hemos podido percatarnos de su singular personalidad y de sus vivencias que han sido bastante fuera de lo común. Nos cuenta que desde muy pequeño fue rebelde y revoltoso, aunque desde siempre le gustó estudiar y se mostró interesado por incursionar en el mundo del arte – y otrora – de las ciencias.
En la actualidad y a distancia continúa siendo estudiante de la Universidad Nacional de México, como estudiante de Relaciones Internacionales.
Se destaca que La UNAM fue fundada en 1910 como Universidad Nacional de México por proyecto de Justo Sierra, quien deseaba revivir una versión liberal de la difunta Real y Pontificia Universidad de México la más antigua de Norteamérica. La UNAM obtuvo su autonomía en 1929.
“Fui un estudiante al que corrieron de casi todas las escuelas a las que fue sin embargo esto no quiere decir que haya sido un mal estudiante académico En realidad lo que pasaba es que era extremadamente inquieto, hiperactivo imaginativo y ello me causó muchos problemas pero en general era un buen estudiante académico, pues sacaba buenas buenas calificaciones” – rememoró Salomón.

- ¿Cómo comienza su azaroza vida estudiantil?
“Empezó desde muy chiquito… fíjense que a mí me llevaron al Kinder cuando tenía 4 ó 5 años….no recuerdo bien. En ese entonces vivía con mi abuela y mis padres estaban en otro lugar.
Lo cierto es que arranqué más tarde que los demás niños, que ya estaban habituados a las clases. Recuerdo que ese día un niño comenzó a reírse de mí y a molestarme, motivo por el cual reaccioné mal y quise clavarle un lápiz en el ojo. La maestra me detuvo y fue el fin de mi primer día de clases pues me expulsaron del lugar.
En mi etapa de Primaria seguía más o menos igual… era un niño extremadamente inquieto… ya en segundo año me expulsaron por mala conducta… una vez mi maestra me suspendió por tres días y me dijo que necesitaba que fuera mi mamá.
Y como es lógico, yo no podía decirle nada a mi madre porque me daría una gran paliza.
Entonces me hice el desentendido y me presentaba en la escuela como si tal cosa. Cuando la maestra me preguntaba por mi madre le decía que estaba de viaje y así la iba llevando.
En otra instancia éramos un grupo de niños que estábamos castigados y la maestra nos había separado de los demás… no nos calificaba ni nos tenía en cuenta. Realmente fue un tremendo acto de discriminación.
En aquel momento decidí leer literatura fantástica… fue cuando descubrí la historia del Triángulo de las Bermudas, también historias reales de crímenes y misterio…. lo cuerto es que el castigo para mí fue una oportunidad buenísima para leer.
El castigo duró varias semanas donde la maestra no nos dirigía la palabra.
Yo me dedicaba a leer porque estaba liberado de cualquier otra obligación. Eso también a la maestra la enojaba pues consideraba que no eran libros convenientes para mi edad”- - ¿Y cómo continuó en el curso de Secundaria?
- “Con la misma dinámica.. era siempre inquieto y estaba inventándome cosas curiosas.
Debo aclarar que salí con buenas calificaciones y en Primaria era de los promedios más altos a pesar de todos mis relajos.
Recuerdo otra historia con la prefecta Lupita. Aquí en Uruguay no existe ese cargo docente.
En México, en todas las escuelas secundarias hay una persona encargada del buen orden… no tiene nada que ver con las adscriptas.
Es una persona que está encargada de dar el acceso a Secundaria, encargada de que fuéramos limpios, que lleváramos el pelo corto y en caso de no cumplir con el reglamento, nos teníamos que volver a casa.
Esa vez me subí a un lugar muy alto y peligroso y desde allí con una pistola con agua le disparaba a mis compañeros.
Cuando la prefecta me vió, gritó mi nombre y se desmayó.
Obviamente que ello me valió nuevamente la expulsión. La institución llegó a enviarle a mi mamá una carta en la que se aclaraba que no se hacían responsables de mi muerte y que no asumirían los costos.
Irónicamente en la Secundaria reprobé Mecanografía sin saber que luego iba a vivir de la escritura.
En un principio quería ser biólogo marino. En esa época di los exámenes de admisión para la preparatoria y no era fácil salvar.
Le escribí una carta al director académico del Politécnico donde expresaba que mis padres no me dejaban estudiar, lo que en parte era cierto, porque ante mi desajustada conducta y por haber reprobado una materia mi padre me dijo que ya no contaría con su apoyo.
El director entonces me otorgó una beca. En ese entonces me vestía muy raro, tanto que a mi mamá le daba vergüenza salir conmigo a la calle… cada vez que salíamos juntos en el bus, ella se iba para el otro lado.
En la época que me estaba formando como Biólogo Marino, en el laboratorio de Edafología y durante mi preparación para rendir Microbiología, el primer día de clases nos dejaron el reglamento de laboratorio.
Eran como veinte y tantas normas. Ese día mi madre me había regañado y me sentía muy enojado. Entonces armé mi propio reglamento y lo cambié.
Cuando se dieron cuenta me dieron tres castigos y me dijeron que debía disculparme, cosa que no hice porque en ese entonces era muy soberbio y difícil.
Finalmente me mandaron al psicólogo quien me indicó ir a un taller para desfogar mi capacidad creativa. Mi meta era entrar en la escuela de teatro”.
Salomón continuó con su agitada vida estudiantil, intentando falsificar un documento para poder dar el examen de admisión hasta que lo invitaron a trabajar en una compañía nacional de teatro, emprendiendo la gira a Chile en 1993.
“Cuando concluí los estudios y me entregaron mi certificado, había un maestro que me había hecho la vida imposible y yo lo tenía en la mira… subí a saludarlo y no me quiso dar la mano. Entonces lo agarré de los pelos… luego salí corriendo y me subí al coche de mi amigo, porque ya no me podía hacer nada”.