La denominada Semana de Turismo es un tiempo apropiado para la vida al aire libre, la pesca y la caza (actividad hoy estrictamente reglamentada en el país), pero también en la naturaleza subyacen algunos peligros que las personas que habitan usualmente en la zona urbana, no conocen.
Entre éstos se destacan las víboras ponzoñosas, que aunque de pocas especies, existen en un número importante en casi todo el departamento, pero particularmente en zonas de montes sucios.
LAS VENENOSAS:
YARA, CASCABEL,
CRUCERA Y CORAL
En el Uruguay viven muchas especies de ofidios o víboras, unas venenosas, otras que no lo son. Son venenosas la víbora de cascabel, la crucera, la yara o yarará y la víbora de coral.
La yara y la crucera son las dos que existen en número importante en el departamento y ambas son muy ponzoñosas. En alguna zona de montes sucios, en el Mataojo y cerca de Tacuarembó se han hallado esporádicamente víboras de cascabel y en raras ocasiones algunas víboras de coral.
Menos temibles que éstas son son las falsas corales y las víboras verdes, arborícolas, explicó a EL PUEBLO, el ecologista Hebert Galbarini Dondo, hombre con una extensa dedicación a la defensa del medio ambiente, la fauna y la flora.
Entre las víboras no venenosas en el departamento, hay un gran número de colores muy variados, según las especies.
LA MUSURANA
Entre ellas se destaca la Musurana, una culebra indicada como comedora de víboras venenosas. La distingue el color de su dorso, marrón oscuro uniforme, brillante y el blanco inmaculado de su vientre. Su cabeza es pequeña y la flexiona marcadamente, sobre el cuello en actitud agresiva. Tiene pupila vertical.
Es considerada la culebra de mayores dimensiones que se halla en los campos de la zona norte.
FALSA CRUCERA
O FALSA CORAL
Esta culebra es inofensiva, no obstante su porte agresivo y su coloración, donde el rojo de su vientre recuerda a las corales, y los dibujos de su cuerpo y cabeza, a las cruceras. Se le teme pues, sin razón.
LOS OFIDIOS
PONZOÑOSOS
Los ofidios ponzoñosos son más o menos peligrosos, según la posición de sus colmillos. Uno, como las falsas corales, víboras arborícolas, etc., tienen los colmillos inoculadores del veneno pequeños y dispuestos en la parte posterior de sus maxilares, son por ello poco peligrosas, porque salvo que alcancen a morder entre los dedos de los pies o de las manos de un ser humano, difícilmente pueden inocular su ponzoña.
En cambio las víboras altamente ponzoñosas tienen colmillos muy desarrollados, colocados en la parte anterior del maxilar superior. Son las más temibles. En el Uruguay, incluyen las víboras de coral,, víboras de cascabel, crucera y yarará, esta la más difundida en el norte, sobre todo en zona de cerros de piedra.
LA CASCABEL
Es la víbora de veneno más activo. Suele encontrarse en las sierras de Minas, Rocha, Maldonado, Cerro Largo, Tacuarembó y algún otro departamento. Algunas miden más de un metro de largo. Está caracterizada por la presencia, en el extremo de la cola de una formación escamosa, que emite un sonido seco y repetido, semejante a un cascabel. Cuando el animal está irritado mueve temblorosamente la cola y hace oir ese ruido característico. Habita en los lugares rocosos.
LA CRUCERA
O VIBORA
DE LA CRUZ
Es la víbora venenosa más común en el Uruguay. Se le encuentra en casi todos los departamentos, con más frecuencia en Rocha, Minas,. Maldonado, Cerro Largo Tacuarembó y Rivera, en los montes, en las quebradas y entre los peñascos. Es un peligroso enemigo de los excursionistas. Se le reconoce por el dibujo que se advierte en su cabeza, que recuerda una cruz o una “Y”. En el cuerpo lleva dibujos en forma de una “C” acostada.
LAS YARARAS
Son tan peligrosas como las cruceras y a menudo se las confunde con ellas. Habita en zonas rocosas y en las orillas de ríos y arroyos, sobre todo en pajonales y lugares donde se acumula la resaca de las crecientes. Es la más difundida en las cercanías de la zona urbana de Salto.
LA VIBORA
DE CORAL
Es fácilmente reconocible porque su cuerpo tiene dibujos en forma de anillos completos, alternativamente rojos, negros y amarillos, cuya disposición varía con las especies. Se las distingue de las falsas corales, porque en éstas, los anillos están ininterrumpidos en el vientre. Las corales, aunque venenosas, como tienen la boca muy chica, no les es fácil morder al hombre. Son muy comunes en Tacuarembó y las hay en muchos departamentos.
LAS NO
PONZOÑOSAS
La Musurana, bastante común en el Uruguay, tiene particulares hábitos ofiófagos (es decir que se alimenta también de otras víboras, incluso las venenosas), por lo que se las considera como útiles en el control de éstas, aunque en la vida silvestre, se afirma que difícilmente ataca a las víboras ponzoñosas. Se la puede reconocer por su cabeza pequeña, cuerpo cilíndrico color marrón oscuro, uniforme, brillante, con el vientre amarillo inmaculado.
CARACTERISTICAS
DE LAS VIBORAS
VENENOSAS
Aunque lo mejor es conocerlas objetivamente, las víboras, en general, pueden reconocerse por los siguientes caracteres.
a) tienen la cabeza en forma triangular y recubierta de escamas, semejantes a las del cuerpo (excepto las corales).
b) El ojo tiene la pupila vertical. En las culebras la pupila es circular.
c) Las víboras venenosas presentan una foseta ( fosa) delante del ojo y la cola es generalmente corta, se afina abruptamente y termina de la misma manera.
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¿Qué hacer ante la picadura
de una víbora ponzoñosa?
La mejor forma de prevenir la mordedura (o picadura) de víboras, es usando botas altas, en lo posible de cuero, dado que el 80 por ciento de las mordeduras de ofidios se registran de la rodilla hacia abajo.
Debe evitarse transitar en zonas sucias o rocosas, que suelen ser el habitat preferido por este tipo de animales.
En caso de tener que transitar por estos lugares deben extremarse las precauciones.
Ante la mordedura de un ofidio venenoso, en lo posible debe de tratar de matar al animal para saber exactamente de cual se trata, determinando si es un animal venenoso o no.
En caso de que no se pueda capturar al animal, es importante observar qué tipo de mordedura es la que ha dejado.
Las víboras ponzoñosas dejan dos agujeritos por lo cuales pronto comienza a salir sangre amarillenta.
Es importante hacerse un torniquete a la poca distancia de la mordedura para evitar que el veneno siga subiendo, cada 15 minutos se recomienda aflojar el torniquete y luego volver a apretarlo.
No se recomienda succionar el veneno en la herida, por parte de otra persona, dado que de tener la más mínima caries, la persona puede envenenarse.
Galbarini manifestó a EL PUEBLO, que es conveniente aplicarse una ventosa sobre la mordedura, ya sea con una latita o un vaso al que se le pone un poco de papel o algodón en el fondo y se le prende fuego. Inmediatamente se lo colocó invertido sobre la herida y esto apaga el fuego, pero obra como una ventosa, absorbiendo y succionando sobre la herida.
Estas medidas ayudan a ganar tiempo, para llegar hasta una policlínica a efectos de recibir suero antiofídico. Es de señalar que actualmente, en casi todas las policlínicas rurales se cuenta con suero antifídico y de cualquier manera, llegando en un tiempo no muy superior a las dos horas para recibir el suero, es perfectamente factible revertir el estado sanitario de la persona.
En algunos casos la picadura de un ofidio venenoso puede dejar secuelas, sobre todo en el miembro donde se registró la picadura, aunque no de mucha gravedad.
Como lugares peligrosos en lo que tiene que ver con la presencia de víboras venenosas en el departamento, Galbarini señaló la zona del Arapey, Salto Grande, Mataojo, el Daymán. La zona de El Chircal y en general todo lugar rocoso es habitat de las víboras venenosas. Galbarini exhortó a quienes acostumbran acampar en estos tiempos a cuidarse de no matar las culebras, los halcones, caranchos, los ñandúes, las garzas, los zorrillos y otros depredadores que contribuyen a controlar la población de las víboras ponzoñosas.