“Ser padre, es reencontrarse con el niño que uno fué”
Oriundo de la ciudad de Artigas, Pablo Minguta, se crió y vivió allí hasta los 17 años, para luego tomar la decisión de trasladarse a la capital, con el fin de estudiar.
Recibido en 1992, se radica en la ciudad de Salto, donde conformó una familia con su esposa Adriana y sus tres hijos.
Consiguiendo además, realizar toda su carrera profesional aquí. Aunque sus raíces, se encuentran todas, en la ciudad de Artigas.
“Tengo muchos familiares allí, dentro de ellos mi mamá, mi hermana, tíos, primos y mi papá, que es fallecido” nos comienza diciendo.
Dichosos de contar con su palabra, continuamos conociéndolo de la siguiente manera:
¿Cuál es su principal motivación para elegir su profesión?
Como muchos Oficiales de Policía, cuando ingresé fue por necesidad, o la vieja necesidad como solíamos decir.
Al venir de una familia muy humilde, no eran muchas las opciones que tenía. Más aún, si para seguir estudiando, debía salir de la ciudad de Artigas.
Cuando opté, porque ésa iba ser mi forma de vida, me dediqué al máximo en profesionalizarme.
Hoy en día, no solo estoy porque la Policía es mi trabajo, hoy puedo decir que soy Policía de vocación, y la vocación es algo que uno lo adquiere con el tiempo.
Con sentir y sentirse identificado, con la Institución que uno pertenece y representa.

¿Ha contado con mayores satisfacciones debido a la misma?
Si y son muchas, principalmente lugares y personas que tuve la virtud de conocer. Dejándome grandes enseñanzas como profesional y como persona. Y que hoy en día al recordarlas me genera una sensación de nostalgia y satisfacción.
La Policía es una profesión muy difícil, muy amplia y muy noble a la vez. Un servicio permanente a la ciudadanía, donde todos sus objetivos están enfocados en ese sentido.
En mi caso, que ya estoy casi al final de mi carrera y tener hoy en día, una tranquilidad espiritual, es muy importante.
¿Cómo se conforma su familia?
Desde hace 26 años estoy casado con Adriana Benítez Bertazzi, con quien tenemos tres hijos en común Pablo Andrés de 25 años, Francisco Pío de 21 y Ángel Adrián de 17 años. Fuera de matrimonio tengo una hija: Stephany Elizabeth, de 28 años de edad.
¿Qué ha significado ser papá?
Es algo único. Es mucho más que tener un hijo. Es reencontrarse con el niño que uno fue, revivir nuestra infancia, esa inocencia limpia y pura del ser humano.
Es sacrificar mucho sin importar lo que se pierde, porque se gana siempre.
Disfrutamos sus triunfos, sufrimos sus fracasos, siempre les dije a mis hijos y su madre, que nosotros no somos sus amigos, somos sus padres, y ser padres es más que amigos.
Porque es necesario transmitir valores y límites, dentro del amor que los padres deben tener a sus hijos.
¿Han existido grandes sacrificios en lo que ha sido la crianza de sus hijos?
Si muchísimos, pero la unión de la familia, nos permitió enfrentar esas dificultades.
Muchos años tuve que trabajar en la zona rural, pasar muchos días alejado de ellos, con dificultades de comunicación y transporte.
Y cuando estuve en la ciudad, la mayoría de las veces, estaba a cargo de las Comisarías, y me llevó mucho tiempo alejado de mis afectos.
Fue parte del sacrificio que tuvimos que hacer como familia. Perderme algunas fechas importantes de mis hijos, y en esos casos siempre estuvo Adriana.
Que indudablemente fue y es el gran sostén y contención de nuestra familia.
Enfrentamos muchísimas dificultades también con la salud de ella, siendo paciente oncológica, pero sin dudas, que ésas dificultades, nos llevó a unirnos mucho como matrimonio y como familia.
¿Cuál ha sido su fortaleza y su debilidad al criarlos?
La fortaleza, fue la unión de la familia.
Estando codo a codo en momentos de dificultades, que es algo que se debe construir con el tiempo, y que también se transmite a los hijos.
Y las debilidades, tal vez el hecho, de no poder acompañarlos más en algunos momentos de sus vidas.
¿Alguno de ellos, sigue sus pasos?
Dos de mis hijos: Pablo Andrés y Francisco Pío hoy son Policías en la Jefatura de Policía de Salto.

¿Qué piensa al respecto?
Fue una satisfacción.
Con la madre, siempre respetamos las decisiones de ellos.
No lo esperaba, pero cuando decidieron seguir ese camino, contaron con todo nuestro apoyo. En lo personal, me generó otra responsabilidad, porque si era cuidadoso en algunos aspectos profesionales y de mi vida personal, debería ser más aún, una vez que ambos ingresaron. Debía tener en cuenta que ellos eran parte de la fuerza, y mis aciertos o errores, podían repercutir en ellos por el lugar que ocupo y por mi jerarquía.
¿Si tuviera que criar a un nieto, sería con el mismo sistema que crió a sus hijos?
Esa es la gran pregunta que muchas veces nos hacemos con Adriana, pero creo que no.
Los abuelos por lo general tienen una visión diferente a los padres.
Los abuelos son más compinches con los nietos, y les permiten cosas que no le permitían a los hijos, y creo que algo así seremos nosotros.
¿Cómo se define como papá?
Como un papá responsable.
Creo que fuí y soy un buen padre para mis hijos.
Con mis aciertos y mis errores. Y señal de ello es que a pesar de la edad que tienen, seguimos unidos y están a nuestro lado.
Es ahí que podemos concluir que hemos construido bien y la siembra que hicimos como padres, fue la correcta.
¿Alguna anécdota con ellos para compartir?
Muchas.
Pablo Andrés nació el 24 de Marzo de 1996 a la hora 01:50’. El día anterior, jugaba Peñarol con Universitario de Perú en Lima, por la Copa Libertadores de América a la hora 22:00’.
Ése día, Adriana había comenzado con los primeros dolores de parto, estaban en casa los familiares y en broma le dije: “Adri que nazca antes o después del partido, hoy juega Peñarol”.
Como a las 20:00’ de ese día la internaron en Sanatorio Salto y por esas casualidades, tuve que ir a casa a buscar unas cosas.
Me quedé y miré el partido.
Peñarol ganó 3 a 1 con goles de Pacheco, Tais y Bengoechea de tiro libre. Cuando regreso al Sanatorio me querían matar y no podían creer que me demoré por el partido a punto de nacer mi hijo.
Gracias a Dios Pablo Andrés nació después y yo estaba presente, pero hasta el día de hoy Adriana me lo recuerda, (Sonríe).
¡Ni que hablar, en casa todos de Peñarol!
Otra anécdota, es que no me animé a entrar a la Sala de Partos, con ninguno de los gurises. Hice la preparación previa y todo, pero cuando llegó el momento no me animé, por eso me decía que era corajudo para algunas cosas y muy débil para otras, (Sonríe), pero gracias a Dios los nacimientos de ellos fueron tranquilos y todo salió bien.
¿Hubo momentos difíciles como Policía?
Muchísimos.
Pero superar esas adversidades, me permitió fortalecerme. Crecer como profesional y como persona, en la vida las grandes enseñanzas se obtienen de los momentos difíciles. Superarlos nos permite disfrutar y valorar los momentos felices.
¿Y cómo papá?
Como padre uno aprende todos los días y cuanto más grandes son los gurises, más grandes son los problemas, porque uno debe acompañarlos siempre.
Muchos años atrás, y antes de ser Padre, un colega comentó: “un matrimonio sin hijos es como un jardín sin flores”.
Hoy, siendo padre y con el transcurso de la vida, le veo el sentido a esa frase.
Los hijos son parte de nosotros, de nuestro ser.
Parte de la alegría del hogar.
Es encontrar sentido a la vida, tener un objetivo por el cual luchar y saber que por más difícil que sea la situación, como padre, uno debe seguir luchando y no puede bajar nunca los brazos.
Porque hay alguien que depende y está pendiente de nosotros.
Ser padre, es lo más hermoso que nos puede pasar en la vida.