“Somos unos apasionados de las tuercas”.
Los varones de la familia Muffolini, actualmente la componen: el abuelo Julio Roque, su hijo Julio y sus nietos Luca, Santino y Valentino.
Siendo este último el corredor de carreras de automovilismo más pequeño en la familia.
En conjunto, son increíblemente los únicos en Uruguay, viviendo la cuarta generación y disfrutando de este deporte, de forma ininterrumpida desde el año 1948.
Comenzó Don Victorino, padre de Julio Roque y luego siguieron sus descendientes, hasta hoy.
Es contagiante el entusiasmo con que nos cuentan sus anécdotas, ganadas y perdidas en este deporte.
Comenzamos dialogando con el abuelo:
¿Comienza su papá Victorino con el taller que hoy ustedes disfrutan?
-Julio Roque: Mi padre, trabajaba en la antigua Agencia FORD de Luis Merazzi, donde estuvo veinticinco años allí, en Rincón 49, donde actualmente se encuentra SELSE. Luego pasaron dos años, hasta que mi padre comienza con el suyo propio en el año 1946 y también estuvo veinticinco años allí.
Con el tiempo, comencé yo a concurrir a UTU y lo ayudaba a él en el taller. A mi inclinación por las tuercas ya la vine mamando de muy chiquito, viéndolo a papá. Tengo fotografías con tres meses de vida ya arriba de un auto de carreras.
¿Cómo consigue que sus hijos sigan sus pasos? No siempre se da.
Porque también nacieron en el taller viéndome el gusto por todo lo referido a él.
Al principio, tuve a mis hermanas en sociedad, Marisa y Elizabeth, luego seguí solo.
Cuando llegó mi hijo Julio, me acompañó desde el principio de su vida en todo, pero luego, se inclinó por el arreglo de motos, que yo no lo hago.
Me gusta más el arreglo de autos y correr en ellos. Lo pude hacer hasta que me dio el cuerpo, los reflejos.
Pero uno tiene que estar muy bien para correr, de lo contrario, las nuevas generaciones, lo dejan a uno atrás.
(Nos muestra fotos de él con diez años corriendo, otras del año ´72).
¿Qué le dejaron tantos años de carreras?
Mucha amistad. Corrimos por todo el territorio, yo lo hacía en Fuerza Limitada (una categoría en chatas).
Todavía sigo concurriendo a las carreras, porque mi hijo Julio lo hace y también mi nieto Valentino, desde los seis años.
Lo bueno del ambiente de este deporte, es que transcurre el tiempo y uno al seguir concurriendo, encuentra gente de aquella época. Es muy lindo.
¿Cómo ve la generación de su nieto Valentino en este deporte?
Mi nieto es muy bueno. Lo lamentable es que no contamos con los medios adecuados, ya que es un deporte costoso.
No encontramos demasiado apoyo, ni sponsors.
Valentino, ¿Con qué edad comenzaste a correr?
Comencé desde chico. Con cuatro años, papá ya me subió a un car, él atendía muchos cares (kartings) y a mí me gustaba.
Andaba con él para todos lados y cuando me subo por primera vez, él me sostenía con una piola de atrás, para poder controlarme si me disparaba.
Fui entrenando todos esos años, hasta que a los seis, debuté en el campeonato Nacional, en Paysandú.
En esa época, corría con competidores, mucho más grandes, de diéz u once años.
Fui progresando y dos años más tarde, ya estaba en la punta, ganando, en la categoría cadetes.
De allí pasamos a la categoría junior, con once años y anduvimos muy bien, pero el problema que había era que siempre fue muy costoso.
Con trece años, se nos ocurrió que como estaba muy linda la categoría de Honda CG 125 en lo nacional en Mercedes, iría a probar una carrera donde comenzaba un campeonato, que luego lo ganamos. Siendo ésta la primera de Kartings con cambio.
Luego fuimos al Pinar, San José, transitamos todo el campeonato saliendo en la punta, hasta que al final del mismo, salimos vicecampeón Nacional en ésa categoría.
Cuando surge el campeonato acá en Salto, comenzamos a correr y el primer año estuvo complicado, porque yo hacía cosas como un trompo por ejemplo e hipotecaba la carrera.
Pero luego comencé a progresar, andar en la punta y hasta en la última fecha, tuvimos tiempo de salir campeón, todo se dio como para que lo fuera. Solo que en la última fecha, tuvimos un percance con el motor y no lo pudimos lograr, fue el año pasado.
¿Cómo fue tu última carrera?
Cuando estaba en la clasificación, la pista estaba muy “vidriosa”, imposible de llevarlo y realicé muchos trompos, saliendo casi último.
Estoy acostumbrado a largar atrás, porque siempre me va mal en la clasificación. Largué y faltando cuatro vueltas, venía segundo y cuando en la última curva paso el primero, muerdo la tierra y me voy para afuera.
Y hace poco estuvimos en El Pinar con unas pruebas comunitarias, probando un Fórmula 4 Sudamericano, en el auto de Mateo Fontes con cambio, anduvimos bastante bien.
Este año tenemos el equipo JM Competición (Julio Muffolini competición) con dos autos Gol y tres cares en pista.
¿Cuáles son tus planes?
Para este año no lo tengo muy claro.
Compramos un gol de los cuadrados, viendo qué podemos hacer.
De todas formas, mientras yo no cumpla la edad correspondiente y traiga buenas notas, ya que me gustaría estudiar medicina, no voy a poder correr.
Igual, lo mío es correr para divertirme, es lo único que pretendo.
Nos apasiona lo que hacemos.
Julio (Hijo) ¿Estás corriendo actualmente?
Corrí en Kartings, también en Fórmula en Argentina.
Ahora estoy preparando algunos autos para este año, pero siempre compartiendo momentos. Donde hay un auto, estamos nosotros.
El año pasado, logramos sacar campeón a Bruno Mori en el Turismo Pista, en un auto que lo hicimos en casa con la ayuda de la familia, ya que se llama “JM Competición” el equipo que conformamos.
¿Encuentran apoyo para que sea sustentable lo que realizan?
Es un poco difícil acá en Salto.
Valentino por suerte, tiene algunas empresas y amigos que lo están apoyando. Aunque no es como se ve en la capital, como debería ser.
Porque poco que sea, para el piloto, es muy importante.
¿Cuánto tiempo lleva de preparación un auto para competir?
Un auto de carrera, nunca está pronto.
Lleva muchísimas horas y es un deporte muy egoísta, porque si uno lleva un amigo a la pista a mirarlo, éste amigo lo va a acompañar una vez y no va más.
Porque no es como el fútbol que todos juegan a la pelota. No le podés prestar el auto para que ande.
Nosotros dejamos muchas horas en un auto. Luego de cerrar el taller, nos vamos para casa y estamos muchas veces toda la noche, hasta que amanezca trabajando en él.
Los domingos y días libres, lo dedicamos a los autos.
Al otro día tenemos que abrir el taller, porque es lo que nos genera un salario para vivir.
Entonces es bien difícil, porque nos gusta, somos unos apasionados de los autos de carreras, pero también por ello, dejamos muchas veces de lado la familia, que es la que nos hace el aguante.
Es fundamental reconocer que si mi esposa y mis hijos no me apoyaran y toleraran de que muchas veces no esté en casa, no lo podría hacer.
Todo mi reconocimiento y agradecimiento a nuestra familia, por acompañarnos siempre, en esto que tanto nos gusta.