“Está bueno que la gente pueda dormir con algo en la panza”
A pesar de algunas vivencias adversas que le toca atravesar y que conmueven, Claudia es alegre y positiva. Pero por sobre todo, es un ser humano incondicional.
Lo ha demostrado, el hecho de residir en un barrio concurrido y con algunas necesidades básicas, tomando la iniciativa de ponérselo al hombro.
Un lugar, donde el entorno que creó, es una experiencia contínua de aprendizaje y satisfacción personal.
Donde comenzó a ser parte de la Comisión Vecinal allí existente, pero eso no la hace solamente una Directiva más, sino que por otra parte, al “Merendero Dora Paiva”, lo lleva ella adelante con mucho entusiasmo. Con niños y adultos, acostumbrados a depender de un sabroso plato elaborado por ella, un desayuno o merienda, incluso, para más de trescientas personas en una noche.
Donde el sacrificio, no cuenta, por ver a su gente bien alimentada y abrigada en épocas de bajas temperaturas.
Claudia es mamá de ocho hijos y abuela.
Atraviesa un gran problema de salud, que no le impide ser la Mamá de todo un barrio, siempre mirando adelante.
Pudimos además conocer, que no solo lleva consigo la preocupación de su salud y brindar atención a su entorno, sino que tiene sueños importantes por conseguir:
“Desde siempre he vivido en Barrio La Tablada con mi familia y trabajado en cosecha de la naranja y en trabajos de chacra”, comienza relatándonos.
¿Cómo se compone su familia?
De ocho hijos: Javier, fallecido, Valeria, Luciana, Mauricio, Federico, Gianfranco, Micaela e Ihojan que tiene 8 años.
Además de mis nietos: Delfina, Martina, Valentina, Macarena, Catriel, Milena, Harold, Zoe y Ema.
¿Cuándo comienza con la actividad del “Merendero Dora Paiva”?
Hace dos años que comenzamos con la actividad social.
¿Cómo surge el proyecto?
Cuando vivía Dora Paiva, que fue la impulsora de toda esta entrega a la sociedad de nuestro barrio, yo lo hacía en casa.
Era a ella que se le ocurría “Hacer una lechita para los gurises”, como decía.
Agregando un pancito con manteca o dulce de leche, y se arrimaba la gurisada, todos los días.
Así lo hacíamos y a mí me gustó hacerlo.
Después, el 18 de agosto de 2019, asumimos la Comisión del Barrio con otras personas, y continuamos la obra de Dora con el Merendero.
¿Qué sucedió al comenzar la pandemia?
Tuvimos que parar con la actividad del Merendero, para no estar uno encima del otro, pero cambiando el sistema: llenándole las botellitas de café con leche, con algún bollito. No hacíamos más ollas.
Comenzó a venir gente de todos lados y a una vecina muy compañera, se le ocurrió continuar haciéndolas en una esquina del barrio, con el fin de que se llevaran las viandas para la casa, ya que si lo hacíamos en un domicilio, la gente se pone con vergüenza.
Luego, nos fuimos para la canchita del barrio, porque era donde había infraestructura y era todo mucho más higiénico.
Atendíamos a las 20 horas, a trescientas personas con su correspondiente plato de comida.
Luego fué en forma más esporádica, porque comenzó a haber movimiento en lo laboral.
¿Cuentan con algún apoyo económico?
En realidad, también dejamos de hacerlo por ese motivo.
La gente ya no colabora como antes.
CECOED nos acompañó con comestibles y carne, pero el barrio es numeroso y en la actualidad tenemos muchas necesidades.
Viene los días miércoles el Padre José, colaborando con leche, pero actualmente estamos poniendo de nuestro bolsillo, juntando pesitos tras pesitos.
Ahora estoy un poco sola, ya que mis compañeras de tareas comenzaron en la zafra de la naranja, me dicen que no puedo hacer cuatro ollas sola y me siento bastante impotente de no poder continuar con la tarea, debido a que arrancando naranjas un día en la chacra, me descompuse, y culminó todo en un ACV, inmovilizándome medio cuerpo.
Con secuelas en un brazo, que incluso al estar acostada y querer girar, tenía que ayudarme con el otro brazo, porque no me podía mover.
Ahora estoy mejor. Pero hay cosas que no puedo hacer sola y esa es la preocupación de mis compañeras.
¿Cómo fueron las últimas elaboraciones?
Hacíamos comida todos los días y en gran mayoría de ellos, con dinero de nuestros bolsillos.
Pero está bueno que la gente pueda dormir con algo en la panza, porque realmente no puedo ver a los chiquitos preguntándome: ¿“Claudia, hoy hay leche, hay canchita”? Porque así lo llaman.

Y si por este medio de Diario EL PUEBLO, podemos golpear puertas a aquellas personas interesadas en donar leche, o lo que deseen, desde ya les dejo mi dirección: 19 de Abril 2777. Y mi celu es: 091 539 300, ya que los niños no están yendo a clases y la mayoría de sus padres son naranjeros, empleados de chacra y este rubro, recién se está moviendo.
¿Piensa continuar con la actividad?
Las necesidades son muchas, las vamos paleando día a día. Hoy, tenemos medio kilo de azúcar y un poco de cocoa, necesitamos la leche y algo para acompañar. Pero acá estoy yo con mi discapacidad, queriendo hacer y mientras podamos, vamos a seguir haciéndolo.
¿Cómo piensa pasar el 9 de mayo, Día de la Madre?
Rodeada de mis hijos y nietos, todos juntitos y disfrutando con los gurises del Merendero.
¿Un sueño como madre?
Tengo uno, que no se si vas a animarte a incorporarlo en la entrevista: tengo un hijo de 30 años, que hace muchos años que se droga, así como tiene problemas con el alcohol, y mi gran sueño de madre, es ése. Que deje esos dos vicios.
¡Que con la ayuda de Dios, se haga posible!