Fue el sábado se quemaron 800 hectáreas en Paso del Parque de Daymán
–Bomberos, policías y soldados debieron combatir el fuego
Comenzó como un accidente y terminó siendo un drama. Un hombre se quitó la vida presuntamente por sentirse responsable del incendio de unas 800 hectáreas, en la estancia en la que prestaba servicios desde hace varios años como capataz.
Ocurrió el pasado fin de semana, cuando el fuego que comenzó en un establecimiento de la zona cercana a Paso del Parque del Daymán, por la ruta Jones, se propagó hacia dos establecimientos linderos y después de casi 16 horas de ardua labor pudo ser controlado por Bomberos. Sin embargo, al día siguiente, el presunto responsable del hecho se quitó la vida y todo indica que haya sido acongojado por el episodio que le tocó vivir.
TREMENDO
Fue en la estancia “La Perseverancia” ubicada a más de 100 kilómetros de distancia de la capital departamental, sobre las inmediaciones de la zona de Paso del Parque del Daymán. Minutos antes del mediodía del sábado 15, el capataz de la estancia, Luis María Rondán Martínez de 52 años de edad, habría empezado a hacer un fuego en uno de los potreros de la estancia, con la intención de hacer un asado.
Según pudo saber EL PUEBLO por fuentes policiales, junto al capataz del lugar se encontraba un peón de la estancia, quien en un momento determinado concurrió hasta el casco de la misma para buscar algunos enseres. Pero según le habría manifestado este hombre a la Policía, al regresar, se encontró con que el capataz estaba en el lugar y el fuego se había propagado por todo el campo, tomando fuego cada vez con mayor intensidad.
Así fue que el incendio alcanzó los establecimientos linderos, “San Ramón” y “Cerro Verde”, y el fuego se hizo intenso. Se propagó por toda la zona y las llamas se intensificaron, ayudadas en parte por el fuerte sol y el viento que se presentó durante esa jornada, lo que generó un caos incontrolable de fuego que en un momento tuvo en vilo a las autoridades.
Por esa razón, concurrieron al lugar dos dotaciones del cuerpo de Bomberos, ayudados por personal de la Intendencia de Salto, del Ejército Nacional y de la Policía de la Seccional 16º de la zona de Laureles.
Se vivieron momentos de tensión y se buscó la manera de poder controlar la situación cortando el fuego, para que no se propagara para más establecimientos que también corrían riesgo de verse perjudicados por la situación.
16 HORAS COSTÓ APAGAR EL FUEGO
Casi dieciséis horas después los efectivos actuantes y los funcionarios que ayudaron en esa situación, a los que se sumó el personal de las estancias respectivas y de algunas linderas para poder ayudar a terminar con el incendio, pudieron controlar el mismo cuando eran sobre las 5 de la mañana del domingo 16.
El hecho fue tremendo, y cuando se estimaba en principio que el daño había sido mucho mayor, se pudo contabilizar que se quemaron unas 800 hectáreas de campo. Y según las fuentes consultadas por este diario, informaron que en el lugar la sequedad del pasto y el fuerte sol fueron factores determinantes para que el foco ígneo se extendiera rápidamente por toda la zona.
EL DRAMA POSTERIOR
El incendio había terminado. El fuego se había extinguido, solo quedaba el olor a pasto quemado y los responsables de los distintos establecimientos estaban evaluando los posibles daños que habían tenido. Al parecer, nadie había buscado culpables y no se estaba barajando ninguna denuncia.
Sin embargo, el propietario de la estancia “La Perseverancia” no habría querido hablar del tema con su capataz ese mismo día, porque según informaron las fuentes policiales consultadas por este diario “lo había visto muy nervioso”.
Es que el hombre trabajaba en el lugar desde hacía muchos años y estaba plenamente conciente de lo que había ocurrido. “Se echaba la culpa y reconocía entre el personal de la estancia que lo que había ocurrido, había sido su responsabilidad”, comentaron a este diario los investigadores.
Pero nadie esperaba el desenlace. A las horas siguientes al incendio, el hombre salió de su habitación y se dirigió al personal de la estancia, a los que empezó a darles indicaciones sobre lo que tenían que hacer al otro día (por ayer) porque les decía que él “ya no iba a estar más”, señalaron nuestras fuentes.
Según la versión de los testigos que recogió la Policía en el lugar, el hombre le dijo a uno por uno cómo tenían que seguir desempeñando las tareas de la estancia pero “nunca pensaron” que la decisión de quitarse la vida, ya estaba tomada. “El personal de la estancia con el que hablamos nos decía que pensaron que le habían comunicado una sanción o un despido, por cómo decía las cosas, porque anunciaba que él ya no estaría más en el lugar”, dijeron fuentes policiales a EL PUEBLO.
En la madrugada del domingo, el titular del establecimiento, un hombre oriundo de Paysandú, concurrió al lugar para hablar con su capataz, pero al no verlo despierto, lo sorprendió, porque ya conocía su forma de actuar y fue a buscarlo. Allí fue que lo encontró caído, con síntomas de envenenamiento y lo trajo rápidamente al Hospital.
Pero cuando venía en el camino, Luis María Rondan Martínez, de 52 años de edad, había fallecido. Un desenlace trágico, para un hecho que minutos más tarde se solucionó con una intensa lluvia que volverá a poblar de verde el lugar del incendio, según estimaron fuentes policiales.