En la Catedral San Juan Bautista fue bendecida la boda de José Ibarra Ferreira y Leticia Gómez Olivera, siendo acompañados por familiares y amistades que admiraron la delicada decoración del altar y el primer tramo de bancos con flores blancas y follaje natural.
A la hora señalada y mientras se escuchaban los acordes de la marcha nupcial, en primer lugar pasaron los niños Fiorela Brazeiro y Selene Proenza llevando la canasta con las alianzas para ser bendecidas. Unos pasos más atrás del brazo de su padre Carlos Gómez les seguía la novia vestida de blanco, modelo de satén con el corsage revestido de encaje y breteles al cuello con transparencias, falda de suave movimiento se extiende en importante traine, flores blancas formaban el tocado y ramo de novia. En el altar esperaban el novio junto al sacerdote oficiante Gustavo Langone y los restantes padres Gladys Olivera, Raquel Ferreira y José Ibarra. Durante la emotiva ceremonia amigos y familiares más allegadas hicieron la lectura bíblica y peticiones por la felicidad eterna del matrimonio que se inicia. Luego de recibir los saludos en el atrio con una reunión familiar en el club de Golf fue celebrado el acontecimiento, los colores blanco y verde se veían en todos los detalles de la decoración, surcaban los espacios aéreos telas y guías de globos. Las mesas fueron tendidas en el parque especialmente iluminado, lucían mantelería en composée de color, llevando al medio transparencias con sales verdes y velón blanco decorado con cintas, sobre la mesa del brindis estaba la torta de bodas compuesta de cuatro pisos separados, decorados de blanco y encima lucían pimpollos naturales y fino follaje.
Al llegar la pareja fue recibida con el vals iniciando el baile, luego intercambiaron parejas con familiares y amigos, posteriormente ritmos de moda se fueron sucediendo durante toda la noche haciendo que la alegría se prolongara por varias horas, sobre la madrugada se repartió el cotillón.
Recibió la pareja múltiples y prácticos obsequios que pasaron alhajar el nuevo hogar.