Muchas veces en estas columnas hemos planteado la situación que hoy nos ocupa, pero no por esto significa que se haya cambiado la realidad. Hoy insistiremos en el tema.
El contrabando ha sido declarado delito en nuestro país y el gran contrabando es delito desde tiempo inmemoriales. ¿Pero alguien ignora de la existencia del denominado bagashopping como uno de los atractivos turísticos mayores del departamento?
Ya no se trata del pequeño contrabando en gran escala, precisamente.
La venta de nafta en el país está sujeta a estrictos protocolos, debido a la peligrosidad de los gases inflamables que despide, entre otras cosas (de las que en Salto hay pruebas).
Sin embargo quienes habitualmente solemos circular por diferentes zonas de la ciudad estamos cansados de observar la existencia de carteles que anuncian la venta de nafta, e inclusive los hay diferenciando el precio de la nafta argentina, de la uruguaya, porque tienen de “la que pida”.
Al mismo tiempo existen muchos, muchísimos uruguayos, que caen este “negocio” y hasta lo justifican en el entendido que no tienen otra forma de parar “la olla” y prefieren que lo haga de esta manera, antes de que salgan a robar. Son los denominados civilmente “muertos en vida”, porque ninguna financiera les presta dinero, porque no han cumplido compromisos anteriores.
“Hoy hay que llevar la plata a casa de cualquier forma”, es un argumento que hemos oído frecuentemente y de allí que se nos acuse de estar contra las clases populares.
Es un engaño también creer que las cárceles son un lugar de rehabilitación, un centro correccional como se decía tiempo atrás. Más allá de cambiarles la denominación no hemos visto otra cosa.
Antes eran sencillamente cárceles, hoy son centros de reclusión que alojan a “privados de su libertad”. Antes eran cárceles donde iban los delincuentes
A esto hemos llegado. Hoy se pregonan muchas cosas, que “son mejores” que la actual, de lo que no tenemos dudas porque no se necesita mucho para esto, pero nadie se anima a proponer una salida siquiera a la actual situación.
En tanto el tiempo se acaba. Si no cambiamos las cosas, la situación seguirá creciendo y nos pasará por encima. Comerse la pastilla de quienes llegan desde lugares más “complicados” que nuestro país y se deshacen en elogios, puede ser catastrófico.
Estamos mal, existen leyes, pero no existen recursos, no existen controles y sobre todo no existen la disposición real y concreta para cambiar las cosas. Lo hemos planteado muchas veces y nadie parece interesado en cambiar las cosas, salvo “para la tribuna”.
A.R.D.