Una distracción puede variar todo el mensaje. Es lo que le pasó a este editorialista el pasado sábado, cuando tituló por error “Los plásticos deben “probarse ya” en lugar de cómo lo quiso hacer deben “Prohibirse ya”.
Confiamos en que como se desprende de la lectura del editorial de la fecha se enumera el grave daño que están causando a la naturaleza, los mencionados derivados del petróleo. Hicimos entonces hincapié en su prohibición, sin más demora y responsabilizamos concretamente a quien o quienes son responsables de que esto no se haga.
Es por eso que nos perdonarán nuestros lectores, asumimos nuestra responsabilidad, lo que más tememos es que el mensaje fuera confuso o inentendible, y es con el propósito de dejar claro este mensaje que hoy reiteramos algunos de los conceptos vertidos por entonces. Uno de los mayores problemas ambientales que enfrenta la humanidad actual es la proliferación de los derivados del petróleo. Vale decir los plásticos y toda la gama de sub productos.
Verdaderas islas se han formado en los mares y causan un grave daño no solo por lo que tardan en biodegradarse, sino en los peces y otros habitantes de los mares que los confunden sobre todo a las bolsas de nylon, con otros elementos vivos y los consumen, ocasionándoles luego un grave daño.
Pero pese a toda la lucha emprendida por las instituciones ambientales y otras que luchan por proteger los mares y los ambientes limpios, entendiendo que son fundamentales para la vida, los plásticos siguen deteriorando el planeta. Es que la ambición humana no tiene límites y de allí que sigan produciendo o importando, porque aquellos países que no los producen lo importan y por lo tanto hacen tanto o más daño a los mares.
No es que ignoremos las grandes ventajas que representan los plásticos sustituyendo ya sea al papel, al cartón, el vidrio y otros elementos. Tampoco se trata de ignorar las ventajas económicas que se les adjudica, si por esta entendemos su menor costo inmediato, aunque a la larga el daño que causan puede ser muy superior económicamente hablando.
En buen romance entendemos sin temor a equivocarnos que la fabricación, o importación de todos los derivados del petróleo deben ser prohibidas, ahora, ¡ya!. En caso contrario nos seguirá ganando la ambición de lo económico en lo inmediato y en esto nos va la vida, no tanto a nosotros y a nuestra generación, sino a las generaciones futuras que heredarán un planeta totalmente deteriorado y difícil de recuperar.
A.R.D.