Cuando tiempo atrás el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó que el mundo nunca afrontó tantos problemas diferentes al mismo tiempo
y tantas crisis diferentes, lo que convierte este período de la historia en único, muchos creyeron que era una exageración.
El diplomático habló de la existencia de una «crisis global» de alimentos, de combustible, de gripe y del sistema financiero.
Problemas todos estos, dijo, cuya solución se ve entorpecida por la aparición de «otros retos internacionales» para la Humanidad como, por ejemplo, el cambio climático.
«Vivimos una era sin igual. Hay multitud de crisis y cada una es una crisis que no hemos visto en muchos años, incluso en generaciones. En esta ocasión, están golpeando al mundo todas a la vez», añadió Ban.
En este contexto, el secretario general de Naciones Unidas también advirtió de que la situación económica internacional podría «limitar aún más» la capacidad de «respuesta efectiva» de la organización en sus misiones de paz.
«La crisis global crediticia que estamos sufriendo en todo el mundo podría limitar aún más nuestra capacidad para responder eficazmente», señaló el secretario general en relación a la dificultad para aumentar el número de tropas, mejorar el equipamiento y lograr «apoyos adecuados».
En este contexto y probablemente como la de mayor gravedad de todas las crisis, mencionadas por el Secretario General de ONU, se halla una que avanza irremediablemente, cobijada por los grandes intereses. Hoy es cada vez mayor el número de científicos que estrecha filas para alertar del peligro que representa el recalentamiento global.
Hoy se afirma que estamos a dos grados del punto desencadenante de una catástrofe a nivel de recursos naturales y todo el esfuerzo se encamina a evitar que el planeta alcance esos dos grados más de recalentamiento.
Sin querer alarmar, vemos que este tema que se halla presente en la preocupación de algunos ambientalistas – no todos – desde hace muchos años, es escondido, relativizado por los poderosos intereses económicos que siguen contaminando y envenenado todo lo que engorde sus arcas.
El agua, el aire, la tierra y toda la naturaleza es sometida a una muerte a veces lenta, otras ni eso, pero siempre segura.
La filosofía es la misma “hacé la tuya”. Lo demás no importa, así sea la destrucción del mundo de tus hijos, de tus nietos y demás descendientes.
Triste y duro, pero real, ¿verdad?.