José “Pepe” Mujica, un hombre sin formación académica, pero con una experiencia de vida muy rica, que incluye la cárcel, la pobreza y el haber convivido con la miseria humana en muchos sentidos, asumirá mañana el gobierno nacional, la conducción del país, en una palabra.
Un hombre sencillo, pero emblemático, que ha sido combatido de todas las formas y desde todos los sitios posibles, incluso su propio partido político.
Combatido por su aspecto externo, por su forma de vestir, por su “desprolijidad”, por la vida sencilla y austera que lleva en su chacra de Rincón del Cerro.
Combatido también por sus dichos y expresiones poco académicas, sus yerros gramaticales y seguramente algunos defectillos más, propios de una persona que se ha cultivado por su propio esfuerzo personal, incluida una notable perseverancia en sus ideales.
En cambio poco se dice sobre la vida de Mujica y sus acciones.
Poco se sabe por ejemplo en relación a que la chacra donde planta sus flores y hortalizas, es compartida con una media docena de familias, que allí viven y plantan y tienen lo suyo.
Poco ha trascendido que de común acuerdo con su esposa, la senadora Lucía Topolansky, han hecho ya el testamento para que en definitiva esta chacra sea destinada a albergar una escuela agraria.
Tampoco hemos oído mucho sobre la decisión del sector político que lidera Mujica, de que ninguno de los hombres de este sector frenteamplista que ocupen cargos públicos, ya sea legisladores, ministros, directores de empresas estatales y demás, puede tener una remuneración mayor a un tope, que actualmente es de 32 mil pesos y en la pasada legislación fue de 25 mil.
Esta misma actitud la seguirá teniendo Mujica ahora, que habrá de ocupar nada menos que el máximo cargo público que le ha encomendado la mayoría de los uruguayos.
Mujica se ha pronunciado claramente a favor de los más necesitados, ha establecido decididamente que el esfuerzo principal de su gobierno se volcará a combatir la pobreza.
El mismo esfuerzo que volcará a darle educación, conocimientos, a preparar a los sectores más empobrecidos de la población para que tengan mejores posibilidades en el mundo laboral.
Mujica tiene credenciales morales suficientes como para mostrar que es capaz de hacer lo que predica.
No dudamos que cometerá errores, que se equivocará una y otra vez, pero ni que hablar que el esfuerzo lo hará y exigirá que quienes le acompañen también estén dispuestos a hacerlo.
No sabemos si tendrá éxito, nadie puede decirlo, pero por nosotros, por el país y por él mismo, deseamos fervientemente que tenga el mayor de los éxitos, porque si le va bien a Mujica, le irá bien al país, es decir a todos los uruguayos que no deseamos otra cosa que la mayor equidad y las mejores condiciones de vida posible para todos.
Alberto Rodríguez Díaz