En reiteradas ocasiones hemos planteado desde estas páginas nuestra convicción de que las posibilidades geopolíticas que ofrece Salto, por varios aspectos, están hasta el día de hoy mal aprovechadas o lisa y llanamente desaprovechadas.
Para ser concretos. Nunca entendimos como el municipio de Salto nunca se presentó como aspirante a una de las sub sedes de la «Copa América» realizada en el Uruguay en 1995.
Recordamos que a efectos de contar con el número de estadios adecuados se previó la lotería denominada «La Quico», cuyo objetivo era asegurar la construcción de los estadios en los lugares que serían seleccionados entre todos los aspirantes.
Siendo Intendente por entonces el Cr. Eduardo Minutti, descartó esta posibilidad -vaya a saber por qué – y en definitiva la sub sede que podía y debía hacerse en Salto, por varias razones, fue a parar a Paysandú que de esta manera se vio beneficiado con la construcción gratuita del estadio.
Es que al momento de comparar las ventajas que tiene Salto frente a la vecina ciudad, nos atrevemos a decir que son innumerables. Tanto es así, que hasta la selección Argentina, que disputó la rueda eliminatoria en Paysandú, se hospedó en el hotel Quiroga de Salto.
Es más, Salto tiene del otro lado del río una ciudad como Concordia que ronda actualmente en las 200 mil personas, además de una infraestructura turística que no alcanza ningún otro departamento en el norte. Fácil es imaginar que un solo espectáculo anual, capaz de atraer una masa de 30 ó 40 mil personas, pensamos en el deporte, pero también en la música y otros fgestivales, sería suficiente para pagar los gastos anuales de mantenimiento.
De todas formas esta oportunidad se perdió.
Aún así, seguimos insistiendo en que otro de los elementos favorables para dar forma a una iniciativa que traiga mucha gente a la zona, ya no exclusivamente a Salto, es el aprovechamiento, como corresponde de una gesta histórica, que tiene muy pocos antecedentes.
El Exodo del Pueblo oriental, cuando el pueblo dejó todas sus pertenencias, incluso las tierras que habitaba para irse detrás del caudillo a la tierra que le albergó fraternamente, del otro lado del Ayuí.
Este gesto de hermandad es digno de recordarse periódicamente y bien puede cimentar la gran fiesta de la hermandad argentino – uruguaya.
Muchas cosas nos unen, por encima de discrepancias puntuales de algunos grupos.
De allí que la iniciativa del gobernador de Entre Ríos que ha sido bien recibida por el presidente electo, para realizar anualmente una gran fiesta popular en el Ayuí, debe ser promovida y apoyada como corresponde. Es muy interesante y seguramente sería muy beneficiosa para ambos pueblos.