Parece una cuestión tan sencilla y elemental que resulta difícil de entender por qué nos cuesta tanto.
La clasificación de los residuos, que debe de empezar en el domicilio de cada uno, hasta hoy parece una utopía.
Seguimos enfermando el planeta con total desparpajo y aún cuando nuestro aporte pudiera ser ínfimo, creemos que como conducta urbana es lamentable.
A poco se salga por la Avda. Manuel Oribe, el pregonado concepto de ciudad limpia y pulcra se viene abajo.
Frente al barrio Williams, existe una proliferación de plásticos, “espuma plast” y otros residuos que no sabemos de dónde salen pero ofrecen un panorama lamentable desde todo punto de vista.
Ni que hablar de los basurales ocultos en la Costanera Norte, entre el arroyo San Antonio y Salto Grande, donde hay gente convencida que la cuestión es que “no se vea” mucho al menos.
Escombros, plásticos y todo tipo de porquerías han sido depositadas allí. Seguramente por parte de alguien que dispone al menos de un vehículo adecuado para trasladar estos residuos que no son pocos.
Pero en los últimos días se nos ha informado de otra tan lamentable o más que las ya anotadas. A la altura del arroyo San Antonio Grande, por la ex ruta 3 (hoy Avda. Luis B. Berres), quienes pasan por el lugar y es mucha gente, sobre todos quienes llegan o se van hacia Argentina, resultan impregnados por olores nauseabundos.
Es que aparentemente alguien se ha dedicado a exterminar perros y por estos días había por lo menos cinco animales muertos tirados en este lugar, nos dicen.
Todos estos no son más que indicadores de que más allá de nuestra creencia de que los salteños “somos cultos y prolijos”, si hablamos a nivel masivo, nos equivocaríamos de cabo a rabo.
No dudamos que hay felizmente mucha gente culta, prolija, ordenada y responsable con el ambiente que habitamos todos, pero lamentablemente también la mayoría no es así.
Duele admitirlo, pero mucha gente todavía no ha entendido que todos estos desarreglos que se hacen contra el ambiente, se nos caerán encima en algún momento.
Es una lástima que intentemos arruinar con nuestra inconsciencia esta bendita tierra que hemos recibido.
Es de esperar que pronto asumamos la responsabilidad que corresponde y podamos llevar nuestra ciudad al sitial que perfectamente puede y debe alcanzar, no sólo como una tierra privilegiada por la naturaleza, sino además amada y cuidada como corresponde, por quienes aquí vivimos.
No debemos olvidar que es el planeta que se nos ha prestado para vivir, durante nuestro pasaje por esta tierra y debemos dejarlo igual o mejor para las generaciones futuras.